Técnicas de Afrontamiento del Estrés

Argentina, 30 de Diciembre 2015 
Nota: maspsicologia.com

Meichenbaum (1987), plantea que el estrés psicológico tiene lugar cuando el individuo reconoce que hay un desequilibrio entre las demandas ambientales y sus propios medios para afrontarlo. Entonces, las respuestas al estrés están determinadas psicológicamente por la interacción de los procesos de interpretación y afrontamiento.

 
Según este autor los procesos de interpretación se refieren a la evaluación que se realiza sobre los sucesos, en términos de su significación para el bienestar de las personas o en función de los medios disponibles o las opciones de respuestas que posee el individuo. 

El afrontamiento se refiere también a los esfuerzos psicológicos y conductuales dirigidos al manejo y a la tolerancia del estrés.

Ante una experiencia de estrés la persona intenta desarrollar una o varias estrategias con el fin de reducir el estrés. Martín Daza (s.f.), plantea que existe la influencia de ciertas características personales que aumentan la vulnerabilidad de estas personas cuando se ven ante determinadas situaciones o demandas estresantes, lo cual hace que tengan más probabilidades de sufrir un trastorno de estrés. Estas características presentan una gran variabilidad interindividual, e incluso varían en un mismo individuo a lo largo de su historia personal. Entre estas características están:

Personalidad tipo A se refiere a una tipología de personalidad en las que esta presente un interés desmesurado por la perfección y el logro de metas elevadas, implicación profunda con su profesión hasta el punto de considerarla como el centro de su vida y que lleva al desarrollo de grandes esfuerzos en el área laboral, a una constante tensión, a una incapacidad para relajarse y a una preocupación constante por el tiempo. Estas personas son activas, enérgicas, competitivas, ambiciosas, agresivas, impacientes y diligentes.

Dependencia las personas dependientes o poco autónomas pueden tener problemas en situaciones que implican tomar decisiones o cualquier tipo de incertidumbre y ambigüedad en el trabajo o en otras áreas.

Ansiedad las personas ansiosas experimentan un nivel de conflicto intrapsíquico alto, esto las hace propensas a sufrir de estrés ante situaciones poco estructuradas o ambiguas.

Introversión ante algunas situaciones problemáticas, las personas introvertidas son afectadas de una forma muy intensa debido a que por sus características personales se les dificulta obtener apoyo psicosocial.

Rigidez la rigidez psicológica, la falta de flexibilidad, dificulta la adaptación rápida ante situaciones que cambian violentamente.

La discrepancia entre la formación y los conocimientos adquiridos, las destrezas, la experiencia y la capacidad física e intelectual y la posición ocupada dentro de un contexto laboral puede requerir de capacidades y conocimientos superiores al nivel de preparación, o, por el contrario, la capacidad de la persona puede estar por encima de lo que requiere el puesto que ocupa, lo cual origina o puede ser, en ambas situaciones, una fuente de frustración e insatisfacción.

Peiro y Salvador (1993), citando a varios autores realizan un resumen de las distintas estrategias de afrontamiento del estrés, según el enfoque teórico:

Teoría psicoanalítica las estrategias utilizadas para afrontar el estrés según esta teoría son: la represión, el desplazamiento y la negación.

Teoría de los rasgos o estilos determinados rasgos de personalidad no permiten afrontar adecuadamente las situaciones de estrés; la resistencia, el locus de control externo y las personalidades tipo “A”.

Teoría Secuencial esta teoría se refiere a las reacciones de estrés en términos de estadio a través de los cuales pasa la persona: negación, angustia, regateo y aceptación.

Teorías Interaccionistas el afrontamiento como proceso por el cual se aprecia la situación y su relevancia en términos de amenaza, riesgo, peligro, reto; se valoran los recursos y posibles respuestas mediante la interpretación de la situación y las consecuencias que pueda traer.

Según Medina, González, Gancedo, Ochoa y Sánchez (2002), las teorías psicoanalíticas atribuyen un gran valor a las estrategias que el Yo pone en marcha para reducir el impacto angustioso de un acontecimiento traumático. Estas estrategias o mecanismos de defensa buscan negar o distorsionar su existencia. Entre las estrategias más significativas están:

La anulación que persigue abolir el impacto del acontecimiento traumático.

Negación la persona traumatizada rechaza conocer la realidad del acontecimiento estresante.

Aislamiento se produce un distanciamiento afectivo de la situación amenazante por parte de la persona afectada.

Intelectualización la persona traumatizada elabora construcciones teóricas (seudocientíficas) sobre su estado y situación (como si se tratase de otra persona) para lograr un distanciamiento emocional de lo que lo afecta.

Desplazamiento transferencia de las preocupaciones o temores a otros temas menos amenazantes que su propio estado o situación.

Regresión repliegue sobre sí mismo y búsqueda de apoyo afectivo retrocediendo a etapas inmaduras de su desarrollo físico y emocional.

Para estos autores las estrategias de afrontamiento al estrés cumplen las siguientes funciones: mecanismos de defensa, reducir la tensión, restaurar el equilibrio, buscar y evaluar información, manejar o reducir el estrés, regular las respuestas emocionales ante una situación estresante.

Daza (s.f.), plantea que parece más adecuado analizar la dinámica del estrés a partir de la interrelación y la comparación entre las demandas y las características de las personas, teniendo en cuenta que las características personales no tienen un carácter estático y reactivo con respecto a las demandas del entorno, sino que las expectativas, deseos y necesidades de la persona tienen un efecto dinámico y activo en la relación con el entorno y en último término con la generación del estrés.


Trastornos asociados al estrés

Existe una serie de efectos que están asociados al estrés que genera consecuencias tanto en el organismo como en la vida de relación de las personas que lo sufren.

Cox (1978, c.p., Valero, 1996), plantea una serie de efectos que se presentan como consecuencia del estrés:

Efectos subjetivos ansiedad, agresión, apatía, aburrimiento, depresión, fatiga, frustración, culpabilidad, vergüenza, irritabilidad, baja autoestima, nerviosismo.

Efectos conductuales propensión a sufrir accidentes, drogadicción, arranques emocionales, pérdida del apetito o excesiva ingesta de alimentos, cigarrillos y/o alcohol, impulsividad, inquietud, temblor.

Efectos cognoscitivos incapacidad para tomar decisiones y concentrarse, olvidos frecuentes, hipersensibilidad a la crítica, bloqueo mental.

Efectos fisiológicos aumento de las catecolaminas, corticoesteroides y de la glucosa en la sangre, incremento del ritmo cardíaco y de la presión arterial, sequedad de la boca, exudación, dilatación de las pupilas, disnea, escalofríos, entumecimiento y escozor en las extremidades, alteración en la función inmunológica del organismo.

Efectos organizacionales ausentismo, relaciones laborales conflictivas, baja productividad, alto índice de accidentes, antagonismos, insatisfacción laboral.

Según el Center for Mental Health of Emergencies de los Estados Unidos de Norteamérica (EEUU) (1985, cit. en Valero, 1996), los eventos estresantes en las emergencias producen enfermedades crónicas como el asma, cardiopatías, hipertensión, úlceras, diabetes. Por otra parte, debido a que el estrés por experiencias traumáticas es de tipo acumulativo vulnera la capacidad de resistencia y puede dar lugar a reacciones violentas por lo que se pueden producir conflictos familiares, divorcios, pérdida del empleo.

El National Institute of Mental Health (1985, cit en Valero, 1996), describe las diversas manifestaciones psicofisiológicas que experimentan los equipos de atención a situaciones de desastres:

En la fase de alarma, la cual comprende la alarma inicial o llamado a los equipos de rescate, el periodo de adaptación psicológica y la información sobre lo que esta aconteciendo puede generar lo siguiente: activación del SGA (Síndrome general de adaptación) como respuesta al estrés, dificultad en la orientación y en los preparativos para la partida, dificultad para la comprensión de la información recibida, sentimientos de aturdimiento, de temor, ansiedad y choque, dificultad en la comunicación, incremento en los niveles de actividad y decremento en la eficiencia y realización de tareas sin objetivos.

En la fase de intervención, las reacciones observadas son propias de un estrés agudo y posteriormente estrés crónico. Los síntomas observados por áreas son los siguientes:

Área física incremento en la respiración, en la presión sanguínea y en los latidos cardiacos, náuseas, diarreas, sudor frío, piel húmeda, temblor en los ojos, labios o manos, oídos tapados, dolor de cabeza, estrechamiento del campo visual, sensación de debilitamiento, hormigueo en partes del cuerpo, dolor muscular, vértigo, languidez.

Área cognoscitiva problemas de memorias, desorientación, confusión mental, dificultad para el cálculo, dificultad para actuar lógicamente, solucionar problemas y/o tomar decisiones, dificultad para la concentración, atención y memoria, pérdida de la objetividad, de las habilidades para conceptualizar alternativas o priorizar tareas, lentitud o dificultad en la comprensión.

Área emocional sentimientos de heroísmo e invulnerabilidad, ansiedad, temor, euforia, fuerte identificación con las víctimas, sentimientos de culpa, cólera, irritabilidad, hiperactividad, tristeza, melancolía, pesar, depresión, mal humor, apatía, sentimientos de aislamiento, abandono, separación, disminución del interés por las actividades usuales, excesiva inquietud sobre la seguridad de otros.

Área conductual inhabilidad para expresar verbalmente los sentimientos, dificultad para comunicarse, hiperactividad sin un propósito específico, decreciente eficiencia y eficacia en las actividades, estallidos de cólera, períodos de llanto, incremento en el uso del alcohol, tabaco y otras drogas, retraimiento social.

Fase de término, comprende la etapa de la desmovilización en la cual los trabajos de urgencia ya han sido realizados. En esta fase se pueden observar las siguientes manifestaciones: dificultad emocional para aceptar el término de las operaciones, deseo de seguir trabajando, melancolía, depresión, inquietud, disgusto o aburrimiento ante el trabajo rutinario, sentimientos de “añoranza” por el trabajo en desastre, sentimientos de nostalgia por la familia, sentimientos de cólera o frustración, necesidad de hablar, contar y repetir las vivencias del desastre, conflictos con los compañeros que no participaron en las operaciones del desastre, sentimientos de superioridad, conflictos con la familia. (ibid)

Otro trastorno asociado a la atención de emergencias es el “incidente crítico”, término originalmente empleado por los paramédicos y las agencias de seguridad pública de los EEUU, para indicar la naturaleza de las reacciones traumáticas de estrés experimentadas por los equipos de rescate. Definido por Michael (1996, cit en Valero, 1996), como la situación experimentada por las personas que trabajan en la atención de emergencias que enfrentan un trauma repentino y específico, p.e. fallas en la misión, presencia de excesivo sufrimiento humano, pérdida de compañeros, sufrir agresiones físicas, ingresar en ambientes extremadamente peligrosos, sobrevivir a un accidente de trabajo, etc. El incidente crítico produce reacciones emocionales, conductuales y fisiológicas interfiriendo en las habilidades para actuar en el lugar de las operaciones en forma inmediata o posteriormente en el retorno a la vida rutinaria laboral y familiar.

El estrés post-traumático también es otro trastorno que se puede originar en la atención de emergencias. Los síntomas se presentan dentro de los primeros seis meses de la exposición al evento traumatizante. Entre las manifestaciones clínicas se observan: recuerdos persistentes de la situación que generan malestar, sueños repetitivos sobre el acontecimiento, sensación de estar reviviendo la experiencia, alucinaciones, malestar psicológico, evitación persistente de estímulos asociados al trauma, reducción de la vida afectiva, dificultad para concentrarse, irritabilidad, etc. 

Los recuerdos traumáticos vividos se convierten en “gatillos mentales” preparados para disparar la alarma al menor indicio de que el momento desagradable esté a punto de ocurrir nuevamente. Esto hace que la persona afectada reaccione ante los distintos momentos de la vida como si fueran emergencias. (ibid).

En el estrés post-traumático agudo hay una relación temporal, clara e inmediata, entre el impacto de una situación de emergencia y la aparición de los síntomas, los cuales se dan después de 24 ó 48 horas de la exposición y tienden a ir disminuyendo al cabo de tres o cuatro días. Ortega (2001), señala que las enfermedades por estrés agudo aparecen en los casos de exposición breve e intensa a los agentes lesivos, en situaciones de gran demanda, en las cuales el individuo debe solucionar o tomar decisiones rápidas. 

El estrés agudo aparece en forma súbita, evidente, fácil de identificar y por lo general es irreversible. Entre las enfermedades que según el autor se observan en este tipo de estrés están: úlceras por estrés, estados de shock, neurosis post-traumática, entre otras. La permanencia del individuo, continúa el autor, ante los agentes estresantes durante meses o años, produce enfermedades de carácter más crónico, con mayor importancia y mayor gravedad. Esta persistencia del estrés produce serias alteraciones fisiológicas y psicológicas ocasionando fallas y daños en órganos vitales.

La mayoría de los autores, incluyendo el DSM-IV ( APA, 1995), agrupa la sintomatología asociada al estrés post-traumático en tres grandes bloques:

Re-experimentación del evento traumático flashbacks, sentimientos, sensaciones y reacciones físicas y emocionales desproporcionadas ante acontecimientos asociados a la situación traumática, pesadillas.

Incremento de la activación dificultades para conciliar el sueño, hipervigilancia, problemas de concentración, irritabilidad, impulsividad, agresividad.

Conductas de evitación y bloqueo emocional intensa evitación, huida y rechazo del sujeto a situaciones, lugares, pensamientos, sensaciones o conversaciones relacionadas con el evento, pérdida de interés por las cosas que generaban placer, bloqueo emocional, aislamiento social.

El trabajo constante en situaciones traumatizantes puede ocasionar cambios en la bioquímica cerebral, tales como: el efecto tiroxina, el cual corresponde la liberación de la tiroxina por la tiroides, especialmente cuando la persona ha sufrido el impacto de un suceso altamente estresante como el incidente crítico. La tiroxina eleva el valor metabólico de los procesos químicos que tienen lugar en el organismo. 

Los síntomas como consecuencia de estos cambios son: temblor fino de los músculos, inquietud, paranoia, insomnio, aumento de la temperatura interna, de la motilidad gastrointestinal, de la secreción de los ácidos gástricos, de la probabilidad de fallo cardíaco, entre otros (Valero, 1996).

Otro cambio es el efecto endorfina, el cual origina embotamiento de la sensación de dolor por su efecto opiáceo. Sin embargo, a causa del estrés post-traumático, los cambios de la endorfina, altos niveles de ésta en el cerebro, producen entumeciendo de algunos sentimientos, como la incapacidad de sentir placer o la paralización emocional y sensación de estar escindido. En el caso de la corticotrofina, que es la principal hormona del estrés que segrega el organismo para movilizar la reacción de ataque o fuga, los cambios producto del trauma hacen que esta hormona se segregue en exceso alertando al organismo para una emergencia que no existe en la realidad. Demasiada corticotrofina en el organismo hace que la persona afectada sienta los mismos sentimientos que el trauma original: empieza a transpirar, siente miedo, tiene escalofríos y tiembla (ibid).



El Estrés Laboral en Bomberos

El concepto de estrés aplicado al ámbito del trabajo se puede definir según Slipak (1996), como “el desequilibrio percibido entre las demandas profesionales y la capacidad de la persona para llevarlas a cabo”. Una inadecuación entre demanda y la adaptación generará mayor estrés en forma crónica e invalidante, con angustia, desesperanza, indefensión y agotamiento.

Serrano-García y Bravo (1992), plantean que la relación entre las características ambientales ocupacionales y el estrés es muy compleja, por lo que se deben considerar dos factores como generadores del estrés ocupacional: el grado de exigencia que entraña el empleo y el grado de control que puede ejercer la persona sobre las tareas que desempeña. Las personas en ocupaciones altas en exigencias y bajas en control muestran un mayor riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares y problemas psicológicos.

La Organización Internacional del Trabajo (1983) se refiere al estrés laboral en los siguientes términos: “Esta enfermedad es un peligro para las economías de los países industrializados y en vías de desarrollo. Resiente la productividad, al afectar la salud física y mental de los trabajadores”. Según esta organización, múltiples estudios epidemiológicos han demostrado que la salud está relacionada con factores psicosociales presentes en el trabajo y que la función de esos factores, tanto con respecto al estado de salud como a las causas de la enfermedad, es de alcance relativamente general. Los factores psicosociales pueden contribuir a causar y agravar una enfermedad e influir en los resultados de las medidas de curación y rehabilitación.

El estudiar el estrés organizacional no es una tarea fácil, ya que es necesario investigar tanto los factores individuales como los ambientales. El estrés laboral se ha intentado estudiar con modelos tomando diferentes factores etiológicos. Así, se hace referencia al contexto, la vulnerabilidad y el factor estresante, que al concurrir o superponerse, generará un grado mayor de estrés. Otros otorgan una importancia mayor a las percepciones objetivas y/o subjetivas del yo y el ambiente. El modelo de investigación que se adopte deberá contar con los factores o características ambientales, organizacionales, grupales, familiares, personales que pudiesen incidir en el estrés.

Slipak (1996) plantea que existe una serie de estresores extra organizacionales que tienen influencia en el individuo y su desempeño en la empresa. Estos estresores comprenden los factores familiares, políticos, sociales y económicos que inciden sobre el individuo. La inadecuada interconexión hogar-trabajo genera conflictos psicológicos y fatiga mental, falta de motivación y disminución de la productividad, también un deterioro de la relación conyugal y familiar. Las particularidades y períodos de la historia de un país, su situación económica y social, también inciden en forma directa sobre el individuo.

Ante las crisis económicas hay un aumento de las enfermedades psicosomáticas y de los conflictos familiares y sociales. Estos estresores inciden en la vida personal del sujeto, provocando dificultades hogareñas, que al aumentar se potencian, generando un estrés posterior que se lleva nuevamente al ámbito laboral y que produce dificultades en el rendimiento laboral, originándose un círculo vicioso.
Cooper (1986, c. p., Peñacoba, y cols. s.f.) distingue como posibles fuentes de estrés en el trabajo los siguientes factores: factores intrínsecos al propio trabajo (condiciones físicas, sobrecarga de trabajo, presión temporal, responsabilidad), inherentes al rol que se desempeña en la organización (conflicto y ambigüedad de rol), relacionados con el desarrollo de carreras (ausencia de promoción, inseguridad laboral), vinculados con las relaciones personales (compañeros, superiores, subordinados, clientes), contexto físico y propios de la estructura y clima organizacional (participación en toma de decisiones, políticas, ambiente de trabajo).

Dentro de los factores intrínsecos al propio trabajo, los bomberos se encuentran sometidos a la mayoría de las fuentes anteriormente mencionadas. Las condiciones físicas a las que tienen que enfrentarse constituyen un elemento crítico a tener en cuenta. Cester (1996, c. p., Peñacoba y cols. s.f.), realizó un estudio de los distintos riesgos (mecánicos, térmicos, físicos, tóxicos) a los que se encuentran sometidos los bomberos en sus intervenciones. Entre los riesgos mecánicos este autor destaca los producidos por el desmoronamiento y hundimiento de estructuras de construcción, por proyección de determinados materiales, por choques con estructuras, por caídas de los vehículos o máquinas utilizadas en la intervención o por explosión. Los riesgos térmicos producidos por sistemas mal ventilados, sustancias incandescentes o sustancias químicas. Entre los riesgos físicos están los que provoca la radioactividad, la electricidad y la actividad en el agua; los riesgos tóxicos resultan del contacto con una o varias sustancias tóxicas que penetran en el organismo. El mayor riesgo para los bomberos se produce en las intoxicaciones e inhalación de gases.

Igualmente, en su puesto de trabajo, los bomberos se encuentran sometidos tanto al exceso como a la falta de trabajo, a la presión temporal en la realización de sus actividades, a la necesidad de tomar muchas decisiones, a la fatiga resultante de un esfuerzo físico importante, al excesivo número de horas de permanencia en el evento o emergencia, a la toma de decisiones súbitas y continuas, entre otras presiones. Además, en muchas ocasiones se enfrenta a tareas, especialmente en las emergencias, en las cuales se tienen que tomar muchas decisiones sobre la marcha.

La falta de adaptación ante las diferentes situaciones a las que se tienen que enfrentar los bomberos puede tener consecuencias altamente negativas. Rotger (1997), señala que mantener la serenidad es el factor más importante a la hora de tomar decisiones comprometidas y para el desarrollo favorable de un siniestro. Según este autor los factores más determinantes en la toma de decisión son la percepción que se realiza acerca de la situación y la capacidad para focalizar la atención. Esta última es esencial para concentrarse en el problema, y es determinante enfrentarse al mismo con serenidad. Otros factores personales influyen en la toma adecuada de decisiones. Entre ellos, pueden mencionarse la capacidad para asumir riesgos, el control emocional, o la capacidad de liderazgo (Peñacoba y cols. s.f.).

Un factor crítico en el trabajo de los bomberos tiene que ver con la responsabilidad que tienen que asumir durante sus labores. Por un lado, está la responsabilidad sobre las cosas y la responsabilidad sobre la vida de las personas y la seguridad de otros. Por otro lado, el miedo a cometer un error y la necesidad de exigirse más de lo que pueden dar constituye una fuente importante de estrés. Para numerosos trabajadores la responsabilidad sobre la vida y la seguridad de otros constituye una fuente importante de estrés (Peñacoba y cols. s.f.).

Según manifiesta Mitchell (1989, cit por Valero, 1992), presidente de la International Critical Stress Foundation, el estar expuesto, en las labores de triaje de una emergencia, a cadáveres seriamente mutilados, restos humanos esparcidos o calcinados, el trabajo en ambientes altamente tóxicos, o de alto riesgo, así como también los problemas de tipo organizativo tienen consecuencias graves sobre la salud física y mental de los integrantes de un equipo de rescate o bomberos.

Los factores inherentes al rol que el individuo desempeña en la organización pueden ser fuentes de estrés laboral, el cual viene ocasionado por la percepción de un desequilibrio entre las demandas que se plantean en el desempeño de un rol y la capacidad personal para responder con éxito a esas demandas. El conflicto de rol se produce cuando el trabajador recibe demandas incompatibles por parte de otros miembros de la organización, bien porque debe realizar tareas que no se corresponden con su puesto de trabajo o porque las demandas recibidas entran en conflicto con sus valores personales y creencias. Peñacoba y cols. (ibid) encontraron, en muestras de ejecutivos, relaciones negativas entre el conflicto de rol y la satisfacción, y relaciones positivas entre el conflicto de rol y el estrés laboral.

La ambigüedad de rol es otra fuente adicional de estrés que puede presentarse en el puesto de trabajo cuando el trabajador no cuenta con la suficiente información para desempeñar una tarea, no sabe lo que se espera de su actuación, o desconoce los resultados derivados de su actividad profesional. Numerosos autores han demostrado que la ambigüedad de rol produce disminución de la satisfacción laboral, pérdida de autoconfianza, disminución de la autoestima, depresión, disminución de la motivación para trabajar, incremento de la tasa cardiaca y la presión arterial, e intentos de abandono del trabajo (ibid). La motivación hacia el trabajo se ve afectada, con efectos negativos en la productividad y la eficacia.

Otras variables estructurales, como el clima laboral, desempeñan un importante papel en garantizar una toma de decisiones acertada. Para ello, los equipos de bomberos deben estar integrados por personas compatibles, bien relacionados entre si, en un ambiente en el que se percibe interés por mejorar las cosas, con unos mandos o supervisores competentes e interesados en sus problemas y en facilitar los mecanismos organizacionales para la mejora del servicio.

La ausencia de promoción es otro factor de estrés: produce sentimientos de frustración en el trabajador cuando a pesar de haber desarrollado su trabajo de forma eficiente, no encuentra el reconocimiento necesario al esfuerzo realizado, esto se asocia con trastornos de salud, insatisfacción laboral y estados emocionales negativos (ibid). El bombero de mediana edad sufre este tipo de estrés al darse cuenta de que ha alcanzado su nivel máximo en la organización y que puede ser superado por otros compañeros más jóvenes y preparados.


La Psicopatología del Trabajo

Dejours (1992) plantea que las condiciones del trabajo están específicamente relacionadas con los daños infligidos a la salud de los trabajadores y que la organización del trabajo a menudo es peligrosa para su funcionamiento psíquico. Existen ciertos factores patógenos resultantes de la división del trabajo que generan sufrimiento, ansiedad y miedos lo cual lleva a erigir defensas individuales y grupales que buscan neutralizar y/o equilibrar la ansiedad y el sufrimiento de manera de poder continuar con sus tareas.

Estos factores patógenos tienen que ver con el miedo resultante o que acompaña al trabajo que se tiene que realizar. Así sucede con algunas ocupaciones, en las cuales existe riesgo para la estructura física y mental de los trabajadores; tal es el caso de los rescatistas y los bomberos, quienes se ven expuestos a una gran cantidad de actividades (atención de emergencias), ante las cuales se emplean una serie de defensas, p.e. disminución de la magnitud de la carga afectiva de la emergencia a través de una serie de epítetos que generan una sensación de irrelevancia de estos eventos, como es el caso de llamar “caliches” a algunas emergencias, para minimizar el impacto psicológico que pudiesen generar los eventos y sucesos catastróficos en la psique de los bomberos.

Según el autor antes mencionado, hay riesgos que son inherentes al trabajo e independiente de la voluntad del trabajador, que pueden ocasionar la intoxicación y muerte de varios trabajadores. Estos riesgos generan ansiedad que requiere se elaboren defensas particulares y colectivas a fin de neutralizar el miedo y poder continuar con la tarea.

Estas defensas funcionan según una lógica rigurosa asegurada por un sistema de prohibiciones de ciertos comportamientos: comportamiento heroico, de bravura, hombría, de menospreciar el riesgo, de bromas pesadas, de silencio ante todo lo que signifique miedo. En los bomberos se les dice “gallos” a los que presentan actitudes de miedo, de dudas y de falta de pericia ante situaciones de emergencias. Estos mecanismos exigen la participación de todos los miembros del cuerpo de bomberos; ejerce un poder de exclusión a los que se resisten a las reglas de conducta establecidas para mantener las defensas colectivas.

En ocasiones, continúa el autor, se suma al riesgo inherente al trabajo los riesgos derivados de los grandes esfuerzos personales, de competencias de habilidad y valentía. En estas pruebas es como si ellos crearan el riesgo y no fuera el peligro que se cierne sobre ellos independientemente de sus voluntades. Al crear la situación de riesgo o agravarla es en cierta medida ser dueño de ella. Esto resulta en el sistema defensivo para controlar la ansiedad. Por otro lado, tiene un carácter colectivo, ya que es compartido por todos. Podemos hablar de una ideología defensiva, la cual tiene un valor funcional para los trabajadores. Si alguno de ellos no domina su aprehensión es eliminado, es motivo de burla. A través de este proceso, el grupo opera una verdadera selección que garantiza el valor operacional de la defensa, ya que se defendieron contra la ansiedad que reactivó el comportamiento del miedoso.

La conciencia aguda del riesgo, sin un mejoramiento emocional del trabajador y de su percepción del riesgo, obligaría a tomar tantas precauciones que el trabajador se volvería ineficiente e ineficaz desmejorando la producción. Dejours (1992) señala que el miedo, ocultado por las defensas, aparece invertido, enmascarado, en forma de cefaleas, enfermedades psicosomáticas y laborales, perturbaciones de las relaciones personales y familiares, alcoholismo, relaciones de violencia como medio para manejar la agresividad, accidentes laborales, entre otros.

Podemos decir que al rebasar el miedo las defensas creadas se desarrollan una serie de patologías que originan trastornos y sufrimientos asociados al estrés que van a afectar tanto al individuo, a su familia como a su entorno familiar.


Construcciones sociales de las emergencias

El presente artículo es un extracto de una investigación, para obtar el título de Psicólogo en la Universidad Central de Venezuela, realizada en el Cuerpo de Bomberos Metropolitanos de Caracas, en el año 2003. La investigación es de corte cualitativo; se llevaron a cabo dos grupos focales con bomberos nuevos y antiguos en el servicio.

Como las distintas áreas discutidas fueron comunes para ambos grupos focales, el análisis de las expresiones emitidas por los participantes de cada grupo para cada tema lo hicimos en conjunto, colocando un código de pertenencia que permitiera identificar al participante y su grupo de pertenencia. Para esto nos valimos de la siguiente simbología: números romanos para identificar al grupo focal, “I” para el grupo focal número uno y “II” para el grupo focal número dos. Los participantes los identificamos con números arábicos. Por ejemplo: II-2, significa grupo II, participante 2.

A lo largo del marco teórico describimos como la atención de emergencias afecta a los bomberos y equipos de rescate: desde el incidente crítico hasta el estrés post-traumático pasando por los efectos conductuales, fisiológicos, psicológicos cognoscitivos, y las enfermedades psicosomáticas. La atención de emergencias, más si se trata de eventos con saldos masivos de víctimas, incendios de gran magnitud, riesgos altos tanto para el equipo de rescate como para los afectados por la emergencia, ocasiona un impacto en los bomberos; esto se puede constatar a través de las expresiones de algunos de los participantes:

Cosas que hacen alterar Las construcciones sociales realizadas por los participantes en esta categoría abarcan los aspectos relacionados a las alteraciones psicológicas, emocionales y hasta fisiológicas que sufren los bomberos cuando atienden las emergencias.

Las emergencias… son eventos, cosas que hacen alterar… cuando uno va a una emergencia se le sube la adrenalina, se imagina lo peor, vas un poco desajustado… un poco acelerado. I-5

Una emergencia es un momento de, de, cómo se puede decir… de miedo… en donde uno como funcionario tiene que tratar de resolverlo. I-4

En estos dos extractos tomados del grupo I vemos como se plantea que las emergencias alteran, al extremo de subir la adrenalina, de producir miedo y desajustar el organismo y la serenidad que se debe tener para atender las emergencias. El National Institute of Mental Health, enumeró las manifestaciones psicofisiológicas que se presentan en el bombero en la fase de alarma: sentimientos de aturdimiento, desorientación, temor, ansiedad, entre otros. Esta información concuerda con lo expuesto por los participantes. Estos factores si son “controlados” por el bombero no pasan de ser una reacción transitoria de estrés. Sin embargo, como dice uno de los participantes del grupo II:

Son cosas que te dejan marcado, son cosas que dejan marcado a la persona para toda la vida… son traumas… tanto en la vida personal de uno dentro de los bomberos como fuera de los bomberos. II-7
En este párrafo se expone que las emergencias pueden ocasionar una huella de por vida, generando traumas que afectan tanto al bombero como a su entorno: familiar, laboral, social, lo cual concuerda con la posición asumida en este trabajo.

Momento delicado Las características intrínsecas de las emergencias como algo que produce daño, hace que sea percibido como un momento delicado, en donde está en riesgo la vida, razón por la cual el bombero debe intervenir. Algunas de las construcciones de la emergencia en función de esta categoría son las siguientes:

Una emergencia es un suceso delicado, en ese momento, nosotros como funcionarios tenemos que tratar de resolverlo. I-4

Todo aquello que genere riesgo, que necesita de una atención inmediata, una respuesta rápida. I-3
En los extractos vemos que se alude a la emergencia como algo que el bombero tiene que resolver, en donde tiene que intervenir, ya que es un momento delicado que amerita una respuesta rápida de su parte.

Situación inesperada En esta categoría la construcción de la emergencia gira en torno a lo imprevisto, a lo “inesperado” de la emergencia.

Situación imprevista… inesperada. II-4

Circunstancia no deseada que debe ser atendida rápidamente. II-7.

Una emergencia es una situación inesperada donde se pierde algo… es una emergencia para alguien. 

II-2

Lo característico de esta categoría es que la construcción de la emergencia está basada en su carácter no esperado, no previsto, no deseado y que se trata de una emergencia para alguien.

Evento cotidiano Decidimos llamar evento cotidiano a esta categoría debido a que los participantes expresaron frases y/o párrafos en los cuales mencionaban que había una serie de emergencias que ellos consideraron como eventos cotidianos, es decir, que son lo común del trabajo del bombero. En estos casos, la emergencia prácticamente es vista como algo normal:



Para nosotros es algo cotidiano. II-1

Al ser estas emergencias algo cotidiano, el bombero puede construir mentalmente un esquema de trabajo, de lo que va a hacer y las herramientas que va a utilizar;…ya uno en la medida que va pasando el tiempo, ya uno cuando es bombero, que se va enamorando, uno se va acostumbrando a las cosas; por ejemplo… uno cuando esta en el bomba, la 1.1, que es la que combate incendios, volcamientos y todo aquello, uno cuando escucha el parlante, el procedimiento y es un referente a un Vulcano 12 (Colisión de vehículos) , ya uno se imagina el procedimiento, y, de repente hay aprisionados, entonces, ya uno mentalmente esta pensando qué herramientas va ha utilizar, cómo lo va ha hacer, bueno, eso es insólito, te pasa en fracciones de segundos, quijada de la vida (Aparato para cortar metales), lo primero es salvarle la vida a la persona. I-3

En este fragmento, de un bombero nuevo, participante del grupo I, observamos que las emergencias se van haciendo cotidianas en la medida que uno se va acostumbrando a las cosas, ya al escuchar el tipo de evento que se tiene que atender se está en la capacidad de pensar “en fracciones de segundos” qué se va a hacer; esto se realiza, al parecer, sin que haya algún efecto impactante en lo psicológico o en lo fisiológico.

Sin embargo, cuando se es “nuevo” este proceso de “acostumbramiento” se da primero con los eventos de baja magnitud, siguiendo con los de moderada magnitud y luego con los de gran magnitud. La magnitud del evento se refiere al nivel de daño que ocasiona el suceso, tanto en vidas como en bienes materiales. Esto lo podemos ver en los siguientes fragmentos de participantes del grupo I:

Es diferente un Vulcano 7 (Incendio de vegetación) que un Vulcano 4 (Incendio de inmueble). En estos días fui a un Vulcano 7, por allá en Caricuao y era puro apagar el monte, no había nada de los lados… pero después fui al incendio que hubo el 24 de diciembre aquí en la esquina de Coliseo y ¡ay, eso si era…!… ahí había candela, paralise, plástico, ahí se estaba quemando de todo. Ahí es distinta la emoción… I-3

El bombero expresa que es diferente un incendio de vegetación y un incendio de un inmueble. Una de las diferencia radica en que este último se da en espacios cerrados, por lo que el bombero debe, en la mayoría de los casos, penetrar al inmueble con equipo de protección respiratoria, que limita la visión, además de la poca visibilidad el humo limita o dificulta la respiración por la falta de costumbre al equipo. Estos factores aumentan la sensación y percepción de riesgo al que se enfrenta el bombero. Pero puede tratarse de otra situación:

No es igual que yo atienda la emergencia y es un muerto que no es un familiar mío, yo atiendo la emergencia como tal. II-1

Un bombero con experiencia, participante del grupo II, plantea una diferencia en la atención de la emergencia: si no es un familiar suyo el que esta involucrado en el evento, la emergencia se atiende como tal, es decir, como algo cotidiano. No hay ninguna afectación en el rescatista por el evento.
Es interesante ver, en esta categoría como se manifiesta la diferencia en la percepción de la emergencia y el nivel de afectación por efecto de la antigüedad, la falta de “costumbre” y la magnitud del evento. Un ejemplo de esto lo da un participante del grupo I:

Cuando tú vas a un Vulcano 3 (Conato de incendio) es que tú te imaginas y existe el nerviosismo en uno y ya tú te acostumbras. I-5

A través de éstos relatos se pueden detectar una serie de situaciones traumatizantes a las que tienen que enfrentarse los bomberos al atender las emergencias; ellos han tenido que buscar maneras para que el constante contacto con estas situaciones no los afecte, por lo menos permanentemente. Si esto no se logra, entonces, los bomberos no podrían continuar su labor porque el impacto de estos eventos les impediría mantener la serenidad al momento de atender la emergencia, y, por otra parte, no habría la capacidad ni física ni psicológica, para seguir ejerciéndose como bombero. Creemos que esta es la base de resignificar las emergencias.

En los anteriores extractos pudimos ver el estrés referido por lo propios bomberos. Según ellos las emergencias son eventos, cosas que hacen alterar, momentos de miedo que te dejan marcado para toda la vida. Esta alteración del organismo por la interacción constante con las emergencias, cuyas características en muchas ocasiones son indeterminadas, puede condicionar la aparición de múltiples trastornos problemas laborales y familiares. La constante alteración del organismo por efecto de eventos traumáticos genera angustias y diversos trastornos psicológicos:

Yo opino que aquí en los bomberos hay mucha gente que esta padeciendo problemas traumáticos… yo pienso que muchas gentes que de una u otra forma hemos vivido algunas situaciones traumáticas… y hemos visto niños que de repente los aplasta una gandola, como yo vi en la vía de Plan de Manzano… y se me viene a la mente el momento que vivimos nosotros y se me salen las lágrimas, el momento que vivimos nosotros en el momento de la tragedia (de La Guaira) son traumas… lo que le está pasando a X, sufre de algo que pasó hace tiempo.. II-7

Este participante expone que él, al igual que otros bomberos, ha revivido en ocasiones algunas experiencias traumáticas que lo afectan; como a X, otro participante del grupo II, que está padeciendo las consecuencias de la atención de un evento. Las cuales se le han manifestado en una serie de padecimientos que van desde la neumonitis química, bronquitis aguda, bronco espasmo y otros trastornos como la diabetes mellitus, lumbalgia, síndromes diarréicos, cefaleas, estados febriles, virosis, entero colitis, parálisis facial y neuropatías, entre otros, que por sus características pueden estar asociados a estrés psicosocial.

Nosotros pensamos que si los bomberos no resignifican constantemente las emergencias que ellos atienden probablemente no podrían soportar el estar expuestos constantemente a situaciones muy dolorosas y traumáticas. Al no ser todas las emergencias iguales, ni en magnitud ni en tipo, el bombero va modificando su comportamiento de acuerdo a las nuevas significaciones que va construyendo. Los bomberos buscan resignificar las emergencias para lograr mantener la serenidad y poder ser eficientes en su labor.

Bomberos Romang


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