Día de la Raza: LA GRAN MENTIRA DE LA ESCLAVITUD Y EL GENOCIDIO ESPAÑOL EN AMERICA
Argentina, 13 de Octubre 2015
Nota: Varias
laorejadejenkins.es
De todas las mentiras que he escuchado a lo largo de mi vida sobre asuntos históricos, quizá entre las que más me molestan estén las relativas al papel ejercido por España en América.
Las que conforman la “Leyenda Negra” que acusa a España de genocida y esclavizadora de los pueblos americanos durante la Conquista. Y me molestan porque son acusaciones falsas e infundadas, que a base de ser repetidas e introducidas con calzador en el ideario popular, hemos acabado por creérnoslas hasta los propios españoles.
Todo proceso histórico conquistador o colonizador conlleva el uso de la violencia y de las armas. Si bien el Imperio Romano invadió y conquistó España desde el siglo III A.C., arrasando y aniquilando a nuestros antepasados celtíberos, lusitanos, astures o cántabros, a nadie con un mínimo de inteligencia se le ocurriría hoy decir que Roma es la culpable de “la aniquilación de España” y del “sometimiento injusto” de nuestro pueblo. Más bien, los españoles mantendremos una deuda eterna con Roma por habernos dejado un legado inigualable tras su paso, latinizándonos y regalándonos su influencia y su organización. Algo parecido, o quizá de superior magnitud, sucedió en lo que respecta a la transmisión de riqueza a América tras nuestra llegada. La diferencia, sin embargo, es que el Imperio Romano no tuvo la mala suerte de contar con un enemigo anglosajón que volcara sobre él durante siglos infinitas mentiras y leyendas destinadas a diezmar su legitimidad y grandeza incontestables.
También los propios Tlaxcaltecas ayudaron a Hernán Cortés a derrotar a sus enemigos de Tenochtitlán (los Aztecas de Moctezuma), y los Aztecas, a su vez, combatieron junto a los españoles en posteriores colonizaciones…La historia, como vemos, es al final una sucesión de conquistas, y si bien se cometieron algunos casos aislados de maltrato durante los periodos de introducción y de Conquista (inevitables teniendo en cuenta las gentes, las circunstancias y la época) España no ejerció sobre los nativos americanos ningún tipo de genocidio ni esclavitud generalizado. Muy al contrario, podemos decir (y avalarlo con documentación y hechos contrastados de la historia), que España fue el único país de Europa que siempre protegió en su Conquista a los nativos de todos nuestros territorios de Ultramar, garantizándoles una vida digna y unos derechos integrales.
Pocos años después de nuestra llegada a tierras americanas, y en virtud de nuestra condición de Reino católico (clave en nuestra posterior relación con los indígenas), y del impulso de nuestros frailes Franciscanos y Jesuitas, fuimos los propios españoles quienes dictamos multitud de normas, leyes y decretos oficiales que protegían a los indígenas de cualquier abuso. Y fue la propia Reina Isabel la Católica quien determinó tras el primer viaje de Colón, que los indios nativos no debían ser considerados esclavos, ni siquiera gentes colonizadas, sino súbditos de pleno derecho de la Corona Española, como habitantes de las nuevas provincias recién descubiertas.
Y nos tomamos tan en serio los españoles la aplicación de justicia sobre los indígenas del Nuevo Mundo, que la Monarquía Hispánica inmediatamente acometió las reformas necesarias para regular su trato de forma oficial. De esta manera, nada más dos décadas después de iniciarse el Descubrimiento (el 27 de diciembre de 1512), España abolió la esclavitud indígena mediante las “Leyes de Burgos”, en las cuales se emitieron las ordenanzas necesarias “para el gobierno con mayor justicia de los naturales, indios o indígenas” y se estableció que el Rey de España tenía derecho a “justos títulos” de dominio del Nuevo Mundo, pero sin derecho a explotar al indio, que era hombre libre y podía tener propiedades, pero que como súbdito debía trabajar a favor de la Corona sin mediar la esclavitud, retribuido y con libertades garantizadas, a través de los españoles allí asentados. España anteponía la evangelización de los nativos a cualquier otra materia, nativos a quienes consideraba hermanos cristianos, dejando a un lado las excepciones salvajes que efectivamente se pudieran dar y de las que de ninguna manera fue culpable España como unidad.
Pero las “Leyes de Burgos” no fueron unas leyes aisladas en lo referente al trato a los indígenas, y treinta años más tarde (1542), España emitía las “Leyes Nuevas” ( o Leyes y ordenanzas nuevamente hechas por Su Majestad para la gobernación de las Indias y buen tratamiento y conservación de los indios), en las que entre otras cosas se regulaba aún más en detalle el trato a los nativos, proclamando de nuevo su libertad y suprimiendo igualmente las encomiendas. Eran normas emitidas por los propios españoles y que restaban derechos a los pobladores españoles en beneficio de los indígenas, algo inédito en aquel momento y digno de asombrosa admiración…
En esas “Leyes Nuevas”, el Emperador Carlos I mandó constituir una comisión que determinara la limitación de los derechos de los españoles en sus encomiendas y el sistema y forma en que se llevaban a cabo las Conquistas (no podían violarse los derechos indígenas en ese proceso). En dichas leyes, también se regulaban los tributos que los indígenas debían aportar al Estado, como súbditos del Rey que eran y no como esclavos.
En resumen, en lo relativo al trato a los indígenas, las “Leyes Nuevas” aportaban lo siguiente:
– Sobre la esclavitud:
* Cuidar la conservación y gobierno y buen trato de los indios
* Que no hubiera causa ni motivo alguno para hacer esclavos, ni por guerra, ni por rebeldía, ni por rescate, ni de otra manera alguna.
* Que los esclavos existentes fueran puestos en libertad, si no se mostraba el pleno derecho jurídico a mantenerlos en ese estado.
* Que se acabara la mala costumbre de hacer que los indios sirvieran de cargadores (tamemes), sin su propia voluntad y con la debida retribución.
* Que no fueran llevados a regiones remotas con el pretexto de la pesca de perlas.
* Se dictó orden a la armada española para la persecución y castigo de las naves esclavistas inglesas, holandesas y portuguesas que infectaban el caribe con destino a las colonias anglosajonas y a Brasil.
– Sobre las encomiendas:
* Que los oficiales reales, del virrey para abajo, no tuvieran derecho a la encomienda de indios, lo mismo que las órdenes religiosas, hospitales, obras comunales o cofradías.
* Que el repartimiento dado a los primeros Conquistadores cesara totalmente a la muerte de ellos y los indios fueran puestos bajo la real Corona, sin que nadie pudiera heredar su tenencia y dominio.
Y es que, como decía el historiador e hispanista estadounidense Lewis Hanke, uno de los mayores expertos sobre Hispanoamérica: “Ninguna nación europea se responsabilizó de su deber cristiano hacia los pueblos nativos tan seriamente como lo hizo España”. Y no solo cuidamos más que ningún otro país nuestra relación con aquellos nuevos compatriotas, sino que el nacimiento del Imperio Español en América supuso, de facto, en inicio de uno de los periodos más prósperos de la historia universal. Un periodo en el cual la ciudad de México llegó a convertirse en la urbe más grande y rica del planeta, o en el que cuando llegaron las independencias, España había creado un legado que convertía a Hispanoamérica en la región más próspera del planeta, con un nivel de vida y una economía incluso superiores a las de la Europa de entonces y con unas ciudades (como Lima, Santa Fe de Bogotá o México), mucho más importantes que Londres, París o la Roma de aquel momento…Y fuimos quizá tan respetuosos y precavidos, que podemos afirmar que los problemas reales de las independencias americanas no fueron causados por España, sino por los trágicos y mal llamados “libertadores”, que en nombre de una falsa igualdad arrebataron a los indios sus derechos y sus tierras comunales, amparadas por las leyes y los derechos que los españoles habíamos decretado siglos antes.
Nuestra labor en América no tuvo absolutamente nada que ver con genocidios o esclavitudes, y sin embargo sí mucho que ver con el florecimiento en América de una nueva cultura que venía a cambiar para mejor la que nos encontramos al llegar. Descubrimos sociedades tecnológica y humanamente 3000 años atrasadas, generalmente inconexas entre ellas, que en su práctica totalidad practicaban el canibalismo y los sacrificios humanos, y a las cuales situamos a la cabeza del mundo en pocos siglos. Y es España la responsable de haber trasladado a América el urbanismo, el derecho, las economías estructuradas, la agricultura, las universidades, las catedrales, las técnicas arquitectónicas, la influencia del Renacimiento, la imprenta, la rueda, la escritura, la música o la fe, entre otras infinitas cosas. Fundamos 23 universidades en América que daban educación a casi 200.000 alumnos de todas las clases sociales y razas (Portugal no fundó ninguna en Brasil durante su periodo colonial, mientras que la Inglaterra colonial de entonces, por ejemplo, hasta ese momento se había preocupado más bien poco por educar a sus indígenas), y a través de la península, hacíamos llegar a América todas las corrientes intelectuales y las artes que la grandiosa España de entonces absorbía.
CAPITULO XII del testamento de ISABEL LA CATOLICA:
«Por cuanto al tiempo que nos fueron concedidas por la Santa Sede Apostólica las islas e tierra firme del mar Océano, descubiertas e por descubrir, nuestra principal intención fue, al tiempo que lo suplicamos al Papa Alejandro sexto de buena memoria, que nos hizo la dicha concesión, de procurar inducir e traer los pueblos de ellas e los convertir a nuestra Santa Fe católica, e enviar a las dichas islas e tierra firme del mar Océano perlados e religiosos e clérigos e otras personas doctas e temerosas de Dios, para instruir los vecinos y moradores de ellas en la Fe católica, e les enseñar e doctrinar buenas costumbres e poner en elfo la diligencia debida, según como más largamente en las Letras de la dicha concesión se contiene, por ende suplico al Rey, mi Señor, muy afectuosamente, e encargo e mando a la dicha Princesa mi hija e al dicho Príncipe su marido, que así lo hagan e cumplan, e que este sea su principal fin, e que en ello pongan mucha diligencia, e non consientan e den lugar que los indios vecinos e moradores en las dichas Indias e tierra firme, ganadas e por ganar, reciban agravio alguno en sus personas e bienes; mas mando que sea bien e justamente tratados. E si algún agravio han recibido, lo remedien e provean, por manera que no se exceda en cosa alguna de lo que por las Letras Apostólicas de la dicha concesión nos es infundido y mandado».
¿Qué se cometieron atrocidades e injusticias? Sin duda, sí.
¿Qué hubo quienes utilizaron su poder personal para esclavizar a veces a los indígenas? También.
Pero el 95% de las muertes acaecidas por aquel tiempo en América no son producto de las armas españolas, sino de los virus y enfermedades (como la gripe, la viruela, la escarlatina o el sarampión), que inevitablemente se transmitieron de España a América y de América a España entre dos mundos que hasta ese momento habían estado permanentemente aislados entre sí.
Por todo ello, creo que es deber de toda la comunidad Hispanoamericana conocer estos hechos, para no dejarnos seguir engañando por la leyenda negra creada por el mundo anglosajón y por quienes encabezaron las distintas independencias e hicieron creer a algunos que la bellísima historia común que tenemos no fue sino una vulgar y cruel escabechina. Con un poco de rigor histórico y cultura, descubrimos que lejos de ser aquello que esos dicen, la historia de España en América es uno de los periodos más hermosos y prósperos de la historia universal, porque España no fue a América para irse sino para quedarse, para construir y para fusionarse. Y fruto de ese aporte y de esa fusión son sus ciudades y sus gentes de hoy, que son el mejor ejemplo vivo de aquella gesta sin igual que hermanó para siempre a una comunidad de naciones que hoy engloba a 450 millones de personas.
FUENTE: “Guía políticamente incorrecta de la civilización occidental”, adaptación española basada en: The Politically Incorrect Guide to Western Civilization. Anthony Esolen y José Javier Esparza Torres. Ciudadela Libros, S. L. Madrid (2009). ISBN: 978-84-96836-56-3
http://laorejadejenkins.es/historia/la-gran-mentira-de-la-esclavitud-y-el-genocidio-espanol-en-america#!prettyPhoto
En 1492, los nativos descubrieron que eran indios, descubrieron que vivían en América, descubrieron que estaban desnudos, descubrieron que existía el pecado, descubrieron que debían obediencia a un rey y a una reina de otro mundo y a un dios de otro cielo, y que ese dios había inventado la culpa y el vestido y había mandado que fuera quemado vivo a quien adorara el sol y a la luna y a la tierra y a la lluvia que la moja”
Esa es la descripción que hace Eduardo Galeano en su libro Los hijos de los días de la Fiesta Nacional de España, del antes llamado Día de la Hispanidad, otrora de la raza.
Se supone que el 12 de octubre es el de la celebración de todos los españoles, que todos deben sentirse concernidos por lo que representa este día. Una fecha que gira en torno a una bandera que no todos sienten como propia, en torno al ejército, a la virgen y a un proceso de colonización y barbarie de hace cinco siglos. No importa que haya españoles que no se sientan representados por los valores de esa bandera, el ejército, el catolicismo y el proceso de la efeméride. Es también su día, el que fue también día de celebración y de “todos” los españoles durante el franquismo.
Del día de la raza al día de la hispanidad: la denominación franquista.
La fiesta española adquirió el nombre de “el Día de la Raza”, para la que ahora es su fiesta nacional, en 1918, nombre que se usaba en América Latina y que era fiesta nacional en muchos países del continente. A partir de 1935 se empezó a usar el nombre de Día de la Hispanidad a propuesta de Ramiro De Maeztu, denominación que fue extendiéndose y conviviendo con el día de la raza.
Fue en 1958 cuando mediante un decreto de presidencia del gobierno el 12 de octubre se declaró Día de la Hispanidad y pasó a ser fiesta nacional. El día de la Hispanidad fue refrendado como fiesta nacional en 1982. Pero esa denominación franquista desapareció como tal el 7 de octubre de 1987 mediante la Ley 18/1987. En ella se establece el 12 de octubre como fiesta nacional y elimina la denominación día de la Hispanidad. Así pues el día de la Hispanidad es una denominación franquista que no puede ni debe usarse. Por otro lado, la ley expone los motivos por los que declara este día fiesta de todos los españoles.
“La fecha elegida, el 12 de octubre, simboliza la efeméride histórica en la que España, a punto de concluir un proceso de construcción del Estado a partir de nuestra pluralidad cultural y política, y la integración de los reinos de España en una misma monarquía, inicia un período de proyección lingüística y cultural más allá de los límites europeos”.
Uno de los motivos esgrimidos por la ley para considerar este día de todos los españoles es la integración de todos dentro de una misma monarquía. Difícil sentirse concernido por la fiesta nacional para todos aquellos que no consideren la monarquía como uno de los valores que les representa.
La celebración de 1943 fue uno de los momentos históricos en los que el día de la hispanidad fue usado como arma política de los vencedores contra los vencidos. El 12 de octubre de 1943 se inauguró la reconstruida ciudad universitaria que quedó derruida por el ataque de las tropas nacionales durante la Guerra Civil en su intento por entrar en Madrid. La portada de ABC de ese día era explícita sobre lo señalado del día, en el que unía la conquista de América con la reconstrucción de un símbolo de la conquista nacional en la Guerra Civil.
No sólo los recuerdos a la guerra, también el hecho de que coincida con la festividad de la Virgen del Pilar, patrona de la Guardia Civil, ha convertido esta fiesta en un recordatorio de las fuerzas vivas que durante los 40 años del franquismo dominaron la vida pública con mano de hierro.
La espada era una cruz
La celebración del 12 de octubre no sólo es excluyente para los españoles, como ya ha dejado en evidencia el texto de Eduardo Galeano. En América Latina existe un sentimiento anticolonialista hacia esta fecha. Por ello en países como Venezuela o Nicaragua se celebra “El Día de la Resistencia Indígena”. En el año 2004 durante la marcha de los partidarios del gobierno de Hugo Chávez celebrando el día se llegó a destruir una estatua de Cristobal Colón.
El hecho de que en España celebremos un proceso histórico cruel e inhumano, que provocó por ejemplo el genocidio del pueblo antillano en La Dominicana, no acaba de ser bien visto en los pueblos de América Latina.
Eduardo Galeano relata en su obra cumbre Las Venas Abiertas de América Latina
cómo el pueblo antillano era usado por los conquistadores españoles
para la extracción de oro. Los indígenas tenían que introducirse hasta
el pecho en los lavaderos para cribar las arenas auríferas, estas tareas
o la rotura del terreno con las pesadas herramientas de trabajo que les
proporcionaban los conquistadores españoles acabaron prácticamente con
la población autóctona.
Los habitantes de La Dominicana, para no soportar este régimen de esclavitud, llegaban a matar a sus hijos y suicidarse después, como relata el cronista Fernández de Oviedo y recoge Galeano:
Es difícil comprender cómo un proceso histórico que provocó tantas muertes y sufrimiento es motivo de orgullo y celebración, en cambio sí es fácil entender que muchos ciudadanos de este país y otros allende los mares no se sientan concernidos por el “Día de la Fiesta Nacional de España”. Que no hispanidad.
http://www.lamarea.com/2013/10/12/maestre-2/
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Nota: Varias
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De todas las mentiras que he escuchado a lo largo de mi vida sobre asuntos históricos, quizá entre las que más me molestan estén las relativas al papel ejercido por España en América.
Las que conforman la “Leyenda Negra” que acusa a España de genocida y esclavizadora de los pueblos americanos durante la Conquista. Y me molestan porque son acusaciones falsas e infundadas, que a base de ser repetidas e introducidas con calzador en el ideario popular, hemos acabado por creérnoslas hasta los propios españoles.
Todo proceso histórico conquistador o colonizador conlleva el uso de la violencia y de las armas. Si bien el Imperio Romano invadió y conquistó España desde el siglo III A.C., arrasando y aniquilando a nuestros antepasados celtíberos, lusitanos, astures o cántabros, a nadie con un mínimo de inteligencia se le ocurriría hoy decir que Roma es la culpable de “la aniquilación de España” y del “sometimiento injusto” de nuestro pueblo. Más bien, los españoles mantendremos una deuda eterna con Roma por habernos dejado un legado inigualable tras su paso, latinizándonos y regalándonos su influencia y su organización. Algo parecido, o quizá de superior magnitud, sucedió en lo que respecta a la transmisión de riqueza a América tras nuestra llegada. La diferencia, sin embargo, es que el Imperio Romano no tuvo la mala suerte de contar con un enemigo anglosajón que volcara sobre él durante siglos infinitas mentiras y leyendas destinadas a diezmar su legitimidad y grandeza incontestables.
También los propios Tlaxcaltecas ayudaron a Hernán Cortés a derrotar a sus enemigos de Tenochtitlán (los Aztecas de Moctezuma), y los Aztecas, a su vez, combatieron junto a los españoles en posteriores colonizaciones…La historia, como vemos, es al final una sucesión de conquistas, y si bien se cometieron algunos casos aislados de maltrato durante los periodos de introducción y de Conquista (inevitables teniendo en cuenta las gentes, las circunstancias y la época) España no ejerció sobre los nativos americanos ningún tipo de genocidio ni esclavitud generalizado. Muy al contrario, podemos decir (y avalarlo con documentación y hechos contrastados de la historia), que España fue el único país de Europa que siempre protegió en su Conquista a los nativos de todos nuestros territorios de Ultramar, garantizándoles una vida digna y unos derechos integrales.
Pocos años después de nuestra llegada a tierras americanas, y en virtud de nuestra condición de Reino católico (clave en nuestra posterior relación con los indígenas), y del impulso de nuestros frailes Franciscanos y Jesuitas, fuimos los propios españoles quienes dictamos multitud de normas, leyes y decretos oficiales que protegían a los indígenas de cualquier abuso. Y fue la propia Reina Isabel la Católica quien determinó tras el primer viaje de Colón, que los indios nativos no debían ser considerados esclavos, ni siquiera gentes colonizadas, sino súbditos de pleno derecho de la Corona Española, como habitantes de las nuevas provincias recién descubiertas.
Y nos tomamos tan en serio los españoles la aplicación de justicia sobre los indígenas del Nuevo Mundo, que la Monarquía Hispánica inmediatamente acometió las reformas necesarias para regular su trato de forma oficial. De esta manera, nada más dos décadas después de iniciarse el Descubrimiento (el 27 de diciembre de 1512), España abolió la esclavitud indígena mediante las “Leyes de Burgos”, en las cuales se emitieron las ordenanzas necesarias “para el gobierno con mayor justicia de los naturales, indios o indígenas” y se estableció que el Rey de España tenía derecho a “justos títulos” de dominio del Nuevo Mundo, pero sin derecho a explotar al indio, que era hombre libre y podía tener propiedades, pero que como súbdito debía trabajar a favor de la Corona sin mediar la esclavitud, retribuido y con libertades garantizadas, a través de los españoles allí asentados. España anteponía la evangelización de los nativos a cualquier otra materia, nativos a quienes consideraba hermanos cristianos, dejando a un lado las excepciones salvajes que efectivamente se pudieran dar y de las que de ninguna manera fue culpable España como unidad.
Pero las “Leyes de Burgos” no fueron unas leyes aisladas en lo referente al trato a los indígenas, y treinta años más tarde (1542), España emitía las “Leyes Nuevas” ( o Leyes y ordenanzas nuevamente hechas por Su Majestad para la gobernación de las Indias y buen tratamiento y conservación de los indios), en las que entre otras cosas se regulaba aún más en detalle el trato a los nativos, proclamando de nuevo su libertad y suprimiendo igualmente las encomiendas. Eran normas emitidas por los propios españoles y que restaban derechos a los pobladores españoles en beneficio de los indígenas, algo inédito en aquel momento y digno de asombrosa admiración…
En esas “Leyes Nuevas”, el Emperador Carlos I mandó constituir una comisión que determinara la limitación de los derechos de los españoles en sus encomiendas y el sistema y forma en que se llevaban a cabo las Conquistas (no podían violarse los derechos indígenas en ese proceso). En dichas leyes, también se regulaban los tributos que los indígenas debían aportar al Estado, como súbditos del Rey que eran y no como esclavos.
Plano de Lima en 1687, por entonces una de las ciudades más avanzadas del mundo. |
En resumen, en lo relativo al trato a los indígenas, las “Leyes Nuevas” aportaban lo siguiente:
– Sobre la esclavitud:
* Cuidar la conservación y gobierno y buen trato de los indios
* Que no hubiera causa ni motivo alguno para hacer esclavos, ni por guerra, ni por rebeldía, ni por rescate, ni de otra manera alguna.
* Que los esclavos existentes fueran puestos en libertad, si no se mostraba el pleno derecho jurídico a mantenerlos en ese estado.
* Que se acabara la mala costumbre de hacer que los indios sirvieran de cargadores (tamemes), sin su propia voluntad y con la debida retribución.
* Que no fueran llevados a regiones remotas con el pretexto de la pesca de perlas.
* Se dictó orden a la armada española para la persecución y castigo de las naves esclavistas inglesas, holandesas y portuguesas que infectaban el caribe con destino a las colonias anglosajonas y a Brasil.
– Sobre las encomiendas:
* Que los oficiales reales, del virrey para abajo, no tuvieran derecho a la encomienda de indios, lo mismo que las órdenes religiosas, hospitales, obras comunales o cofradías.
* Que el repartimiento dado a los primeros Conquistadores cesara totalmente a la muerte de ellos y los indios fueran puestos bajo la real Corona, sin que nadie pudiera heredar su tenencia y dominio.
Y es que, como decía el historiador e hispanista estadounidense Lewis Hanke, uno de los mayores expertos sobre Hispanoamérica: “Ninguna nación europea se responsabilizó de su deber cristiano hacia los pueblos nativos tan seriamente como lo hizo España”. Y no solo cuidamos más que ningún otro país nuestra relación con aquellos nuevos compatriotas, sino que el nacimiento del Imperio Español en América supuso, de facto, en inicio de uno de los periodos más prósperos de la historia universal. Un periodo en el cual la ciudad de México llegó a convertirse en la urbe más grande y rica del planeta, o en el que cuando llegaron las independencias, España había creado un legado que convertía a Hispanoamérica en la región más próspera del planeta, con un nivel de vida y una economía incluso superiores a las de la Europa de entonces y con unas ciudades (como Lima, Santa Fe de Bogotá o México), mucho más importantes que Londres, París o la Roma de aquel momento…Y fuimos quizá tan respetuosos y precavidos, que podemos afirmar que los problemas reales de las independencias americanas no fueron causados por España, sino por los trágicos y mal llamados “libertadores”, que en nombre de una falsa igualdad arrebataron a los indios sus derechos y sus tierras comunales, amparadas por las leyes y los derechos que los españoles habíamos decretado siglos antes.
Nuestra labor en América no tuvo absolutamente nada que ver con genocidios o esclavitudes, y sin embargo sí mucho que ver con el florecimiento en América de una nueva cultura que venía a cambiar para mejor la que nos encontramos al llegar. Descubrimos sociedades tecnológica y humanamente 3000 años atrasadas, generalmente inconexas entre ellas, que en su práctica totalidad practicaban el canibalismo y los sacrificios humanos, y a las cuales situamos a la cabeza del mundo en pocos siglos. Y es España la responsable de haber trasladado a América el urbanismo, el derecho, las economías estructuradas, la agricultura, las universidades, las catedrales, las técnicas arquitectónicas, la influencia del Renacimiento, la imprenta, la rueda, la escritura, la música o la fe, entre otras infinitas cosas. Fundamos 23 universidades en América que daban educación a casi 200.000 alumnos de todas las clases sociales y razas (Portugal no fundó ninguna en Brasil durante su periodo colonial, mientras que la Inglaterra colonial de entonces, por ejemplo, hasta ese momento se había preocupado más bien poco por educar a sus indígenas), y a través de la península, hacíamos llegar a América todas las corrientes intelectuales y las artes que la grandiosa España de entonces absorbía.
CAPITULO XII del testamento de ISABEL LA CATOLICA:
«Por cuanto al tiempo que nos fueron concedidas por la Santa Sede Apostólica las islas e tierra firme del mar Océano, descubiertas e por descubrir, nuestra principal intención fue, al tiempo que lo suplicamos al Papa Alejandro sexto de buena memoria, que nos hizo la dicha concesión, de procurar inducir e traer los pueblos de ellas e los convertir a nuestra Santa Fe católica, e enviar a las dichas islas e tierra firme del mar Océano perlados e religiosos e clérigos e otras personas doctas e temerosas de Dios, para instruir los vecinos y moradores de ellas en la Fe católica, e les enseñar e doctrinar buenas costumbres e poner en elfo la diligencia debida, según como más largamente en las Letras de la dicha concesión se contiene, por ende suplico al Rey, mi Señor, muy afectuosamente, e encargo e mando a la dicha Princesa mi hija e al dicho Príncipe su marido, que así lo hagan e cumplan, e que este sea su principal fin, e que en ello pongan mucha diligencia, e non consientan e den lugar que los indios vecinos e moradores en las dichas Indias e tierra firme, ganadas e por ganar, reciban agravio alguno en sus personas e bienes; mas mando que sea bien e justamente tratados. E si algún agravio han recibido, lo remedien e provean, por manera que no se exceda en cosa alguna de lo que por las Letras Apostólicas de la dicha concesión nos es infundido y mandado».
¿Qué se cometieron atrocidades e injusticias? Sin duda, sí.
¿Qué hubo quienes utilizaron su poder personal para esclavizar a veces a los indígenas? También.
Pero el 95% de las muertes acaecidas por aquel tiempo en América no son producto de las armas españolas, sino de los virus y enfermedades (como la gripe, la viruela, la escarlatina o el sarampión), que inevitablemente se transmitieron de España a América y de América a España entre dos mundos que hasta ese momento habían estado permanentemente aislados entre sí.
Por todo ello, creo que es deber de toda la comunidad Hispanoamericana conocer estos hechos, para no dejarnos seguir engañando por la leyenda negra creada por el mundo anglosajón y por quienes encabezaron las distintas independencias e hicieron creer a algunos que la bellísima historia común que tenemos no fue sino una vulgar y cruel escabechina. Con un poco de rigor histórico y cultura, descubrimos que lejos de ser aquello que esos dicen, la historia de España en América es uno de los periodos más hermosos y prósperos de la historia universal, porque España no fue a América para irse sino para quedarse, para construir y para fusionarse. Y fruto de ese aporte y de esa fusión son sus ciudades y sus gentes de hoy, que son el mejor ejemplo vivo de aquella gesta sin igual que hermanó para siempre a una comunidad de naciones que hoy engloba a 450 millones de personas.
FUENTE: “Guía políticamente incorrecta de la civilización occidental”, adaptación española basada en: The Politically Incorrect Guide to Western Civilization. Anthony Esolen y José Javier Esparza Torres. Ciudadela Libros, S. L. Madrid (2009). ISBN: 978-84-96836-56-3
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Lo que celebramos el 12 de octubre: colonialismo y muerte
La celebración de la fiesta nacional no sólo es excluyente para los españoles que no comparten el apego a la monarquía o al catolicismo; también representa festejar la cruel conquista de América.En 1492, los nativos descubrieron que eran indios, descubrieron que vivían en América, descubrieron que estaban desnudos, descubrieron que existía el pecado, descubrieron que debían obediencia a un rey y a una reina de otro mundo y a un dios de otro cielo, y que ese dios había inventado la culpa y el vestido y había mandado que fuera quemado vivo a quien adorara el sol y a la luna y a la tierra y a la lluvia que la moja”
Esa es la descripción que hace Eduardo Galeano en su libro Los hijos de los días de la Fiesta Nacional de España, del antes llamado Día de la Hispanidad, otrora de la raza.
Se supone que el 12 de octubre es el de la celebración de todos los españoles, que todos deben sentirse concernidos por lo que representa este día. Una fecha que gira en torno a una bandera que no todos sienten como propia, en torno al ejército, a la virgen y a un proceso de colonización y barbarie de hace cinco siglos. No importa que haya españoles que no se sientan representados por los valores de esa bandera, el ejército, el catolicismo y el proceso de la efeméride. Es también su día, el que fue también día de celebración y de “todos” los españoles durante el franquismo.
Del día de la raza al día de la hispanidad: la denominación franquista.
La fiesta española adquirió el nombre de “el Día de la Raza”, para la que ahora es su fiesta nacional, en 1918, nombre que se usaba en América Latina y que era fiesta nacional en muchos países del continente. A partir de 1935 se empezó a usar el nombre de Día de la Hispanidad a propuesta de Ramiro De Maeztu, denominación que fue extendiéndose y conviviendo con el día de la raza.
Fue en 1958 cuando mediante un decreto de presidencia del gobierno el 12 de octubre se declaró Día de la Hispanidad y pasó a ser fiesta nacional. El día de la Hispanidad fue refrendado como fiesta nacional en 1982. Pero esa denominación franquista desapareció como tal el 7 de octubre de 1987 mediante la Ley 18/1987. En ella se establece el 12 de octubre como fiesta nacional y elimina la denominación día de la Hispanidad. Así pues el día de la Hispanidad es una denominación franquista que no puede ni debe usarse. Por otro lado, la ley expone los motivos por los que declara este día fiesta de todos los españoles.
“La fecha elegida, el 12 de octubre, simboliza la efeméride histórica en la que España, a punto de concluir un proceso de construcción del Estado a partir de nuestra pluralidad cultural y política, y la integración de los reinos de España en una misma monarquía, inicia un período de proyección lingüística y cultural más allá de los límites europeos”.
Uno de los motivos esgrimidos por la ley para considerar este día de todos los españoles es la integración de todos dentro de una misma monarquía. Difícil sentirse concernido por la fiesta nacional para todos aquellos que no consideren la monarquía como uno de los valores que les representa.
La celebración de 1943 fue uno de los momentos históricos en los que el día de la hispanidad fue usado como arma política de los vencedores contra los vencidos. El 12 de octubre de 1943 se inauguró la reconstruida ciudad universitaria que quedó derruida por el ataque de las tropas nacionales durante la Guerra Civil en su intento por entrar en Madrid. La portada de ABC de ese día era explícita sobre lo señalado del día, en el que unía la conquista de América con la reconstrucción de un símbolo de la conquista nacional en la Guerra Civil.
No sólo los recuerdos a la guerra, también el hecho de que coincida con la festividad de la Virgen del Pilar, patrona de la Guardia Civil, ha convertido esta fiesta en un recordatorio de las fuerzas vivas que durante los 40 años del franquismo dominaron la vida pública con mano de hierro.
La espada era una cruz
La celebración del 12 de octubre no sólo es excluyente para los españoles, como ya ha dejado en evidencia el texto de Eduardo Galeano. En América Latina existe un sentimiento anticolonialista hacia esta fecha. Por ello en países como Venezuela o Nicaragua se celebra “El Día de la Resistencia Indígena”. En el año 2004 durante la marcha de los partidarios del gobierno de Hugo Chávez celebrando el día se llegó a destruir una estatua de Cristobal Colón.
El hecho de que en España celebremos un proceso histórico cruel e inhumano, que provocó por ejemplo el genocidio del pueblo antillano en La Dominicana, no acaba de ser bien visto en los pueblos de América Latina.
Los habitantes de La Dominicana, para no soportar este régimen de esclavitud, llegaban a matar a sus hijos y suicidarse después, como relata el cronista Fernández de Oviedo y recoge Galeano:
“Muchos de ellos, por su pasatiempo, se mataron con ponzoña por no trabajar, y otros se ahorcaron con sus manos propias”
Es difícil comprender cómo un proceso histórico que provocó tantas muertes y sufrimiento es motivo de orgullo y celebración, en cambio sí es fácil entender que muchos ciudadanos de este país y otros allende los mares no se sientan concernidos por el “Día de la Fiesta Nacional de España”. Que no hispanidad.
http://www.lamarea.com/2013/10/12/maestre-2/
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Mira el mapa de América: solo hay indígenas donde estuvieron los españoles. Los anglosajones los exterminaron a todos.
ResponderBorrarLa llegada de los anglosajones a las 13 colonias es lo que NO se tendría que celebrar. Australia y Nueva Zelanda tampoco se salvaron de ser repobladas enteramente con población blanca y asesinada como perros la nativa.
Cuánta razón, solo quedan pocos indígenas en nuestra américa latina, a quienes hoy se lo sigue menospreciando o tratando como una raza inferior, hoy de esa historia solo queda una inferioridad que festejan esa fecha de un genocidio sanguinario histórico en la humanidad...
BorrarLOS ESPAÑOLES ASESINARON Y EXCLAVISARON A MI RAZA, LLEVARON SU REGION DONDE CONSISTIA QUE DEBEMOS VIVIR EN ARMONIA Y AMOR PERO ELLOS MATARON POR ORO Y TERRENOS, NO CULPO A LOS ESPAÑOLES ACTULAES SINO A LA CORONA ESPAÑOLA DONDE SE LLENA DE ORGULLO DE AQUELLA EPOCA OTROS DEL SER HUMANO......
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