Poder decir adiós… ¿es crecer y evolucionar?

Argentina, 31 de Diciembre 2015 
Nota: Varias.

Mis abuelos son de Lavalle, nacieron y vivieron toda la vida allá, hasta que por problemas de salud decidieron venirse a vivir a la ciudad. 



Además la cercanía con nosotros, sus nietos y sus hijos, les permite vernos con más frecuencia. Alquilan un departamento en el centro, pero nunca vendieron su casa en Lavalle. Esa casa en la que pasé toda mi infancia.

Recuerdo que mi vida de chico consistía en padecer nueve meses de clases para que lleguen las vacaciones e irme a quedar a lo de mis abuelos. La vida para mí era eso que pasaba entre diciembre y febrero en Lavalle.

Ahí pasé los mejores días de mi infancia, era toda una aventura que mis viejos me dejaran quedarme. No solamente mis abuelos me consentían en todos los gustos, como tortillas de papas, helado todas las noches y tele hasta tarde, sino que vivía todo el día en la calle, abusando de la tranquilidad del pueblo. Ahí aprendía a andar en bici, a construir una pista de carreras, a andar sin “rueditas”, a caerme y lastimarme las rodillas, para levantarme y volver a andar. 

Ahí aprendí a armar una pileta con mi abuelo, como un ritual veraniego que hacíamos todos los años con mis primos. 

Ahí aprendí a pedalear varios kilómetros hasta la finca, a andar en calles de tierra, de barro, de arena y piedra. 

Ahí aprendí a jugar en los jardines fantásticos de mi abuela, a observar bichos, a disfrutar entre risas los “retos” de la dulce voz de la vieja cuando le rompíamos una maceta. 

Ahí aprendí a reírme de mí y de la gente con mis primos más grandes, cuando nos burlábamos de los personajes de la plaza y de nosotros mismos. 

Ahí aprendí a jugar en manada, a cuidar a mis hermanos, a armar equipos, a trabajar en grupo. 

Ahí descubrí mi fascinación por lo misterioso, cuando nos quedábamos hasta tarde contándonos historias de terror e íbamos a una casa abandonada llena de murciélagos a masoquearnos de miedo. 

Ahí descubrí que me encanta buscar, revisar, preguntar, cuando le dábamos vuelta los placares de mis abuelos atestados de recuerdos. 

Ahí descubrí mi pasión por la historia y la política, cuando me pasaba horas escuchando a mi abuelo hablar de la Marina, de la segunda guerra mundial, de los presidentes y de la historia de Lavalle, una especie de Macondo mendocino. 

Ahí comí las mejores tortitas del mundo y las pastas más maravillosas que unos brazos pueden amasar, los de mi abuela. 

Ahí tuve mis mejores amaneceres, en aquella pieza amarilla, que el primer sol bañaba de luz. 

Ahí descubrí mi melomanía, cuando me pasaba horas escuchando los casets de mis primos más grandes. 

Ahí aprendí a divertirme con cosas simples de la vida, me dí cuenta que no necesitaba más que una manguera, sol, pasto, agua y familia para ser feliz. 

Ahí me enamoré por primera vez, como siempre, de mujeres imposibles, así que ahí también por primera vez sufrí por amor, sentí vergüenza por primera vez, rencor, pasión y toda la mixtura del enamorado no correspondido. 

Ahí me fui haciendo grande, en todo sentido. 

Ahí me emborraché por primera vez y dí mi primer beso, ahí planté con mi abuela una planta que hoy es un árbol. 

Ahí fui parte de lo que soy ahora.

Este fin de semana pasado busqué a mis abuelos por el centro y nos fuimos a comer un asado a Lavalle, a la casa de ellos. Cuando llegue vi en el portón un cartel de “Se Vende”. Se me hizo un nudo en la garganta, un nudo atroz, casi palpable, pero ahí me hice fuerte y descubrí que cuando hay otros que la están pasando peor, las tristezas propias hay que tragárselas… y mis abuelos no la están pasando bien. Traté de convencerme con la idea de que una casa sin habitantes se va deteriorando sola, ahí me di cuenta que es verdad. La casita se esta viniendo abajo por no vivir nadie. Pensé en la idea de que si la venden se podrían comprar una casa grande en la ciudad y dejar de pagar alquiler.

Cuando salí al patio se me vino todo a la cabeza, mientras hacía el fuego en aquella churrasquera que tanta carne ha visto asar caminé por esos veredines en los que tanto jugué, debo reconocer que varias veces tuve que mirar hacia arriba para no romper en lágrimas. Entonces escuché el llanto de mi hija bebé rompiendo el silencio dominguero… ahí en esa casa, esa que tantos llantos de bebés cobijó y cuando fui a ver qué pasaba la vi en los brazos de mi abuela, tranquila nuevamente, como en casa. Ahí me di cuenta que “poder decir adiós es crecer”, pero también ahí me di cuenta que no quiero crecer… porque duele.


LAS MEJORES FRASES PARA DECIR ADIÓS





“Poder decir adiós es crecer…” Las palabras de Gustavo Cerati resuenan como un eco al dar la vuelta y sentir que realmente es el final.

No más reencuentros casuales, no más llamadas a mitad de la noche, no más intentos de reconciliación, sólo el inminente vacío que esa persona deja en nosotros.

El recuerdo persigue día a día y es inevitable no revisar el celular cada tres minutos buscando una señal; todo en vano. La soledad es la que queda después de decir adiós, pero es necesaria.

La decisión de alejarnos totalmente puede ser un cierre definitivo, pero muchas veces el destino aguarda otras cosas.

Las siguientes frases fueron pronunciadas por personas que se han despedido de distintas cosas: el amor verdadero, un ser querido, un trabajo o algo más.

Gente que sabe que un adiós pocas veces es definitivo, pues el tiempo nos cambia y nos transforma. Decir adiós realmente no es fácil, pero decirlo es necesario porque nos permite crecer.
 
“Nos encontraremos de nuevo, cuando menos lo esperemos, algún día en un lugar lejano, reconoceré tu cara, No voy a decir adiós mi amigo, porque nos encontraremos de nuevo”.
-Tom Petty

“Todo en la tierra se aleja alguna vez. La luna y el paisaje. El amor y la vida”.
-Jorge Debravo

“Un hombre nunca sabe cómo decir adiós: una mujer nunca sabe cuándo decirlo”.
-Helen Rowland

“Te digo adiós para toda la vida, aunque toda la vida siga pensando en ti”.
-José Ángel Buesa

“Las despedidas siempre duelen, aun cuando haga tiempo que se ansíen”.
-Arthur Schnitzler

“Este adiós no maquilla un hasta luego, este nunca no esconde un ojalá, esta ceniza no juega con fuego, este ciego no mira para atrás”.
-Joaquín Sabina


 “Sólo en la agonía de despedirnos somos capaces de comprender la profundidad de nuestro amor”.
-George Eliot

“Un adiós nunca es doloroso a menos que nunca le vuelvas a decir hola”.
-Desconocido

“Y al que apetezca la gloria debe despedirse a tiempo del honor y dominar el arte difícil de irse en el momento oportuno”.
-Friedrich Nietzsche

“Es tiempo de decir adiós, pero creo que son tristes y preferiría decir hola. Hola a una nueva aventura”.
-Ernie Harwell

“Los enamorados no saben decirse adiós, se acompañan siempre”.
-José María Escrivá

“¿Quieres que conservemos una dulce memoria de este amor?, pues amémonos hoy mucho y mañana ¡digámonos, adiós!”.
-Gustavo Adolfo Bécquer

 “Se despidieron y en el adiós ya estaba la bienvenida”.
-Mario Benedetti

“El amor siempre nos demuestra la circularidad del mundo”.
-Veronica Gerber

“Recuérdame y sonríe, pues es mejor olvidarme que recordarme y llorar”.
-Dr. Seuss


Autor: Daniel Morales

http://ropasucia.com.ar/2015/11/05/poder-decir-adios-es-crecer/
http://elementos.com.pe/blog/1055/LAS_MEJORES%20FRASES%20PARA%20DECIR%20ADI%C3%93S


El crecimiento personal y el entorno

El ser humano está destinado al crecimiento personal, siempre y cuando se den las condiciones idóneas para ello. Tendemos a asustarnos ante los cambios, por ello, a menudo se frena la evolución. En vez de aspirar a nuestros sueños, preferimos quedarnos como estamos, aunque sepamos que nos queda mucho por mejorar y aprender.

El dicho “más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer” lo aplican a menudo las personas inseguras. Se quedan en la zona segura que ya conocen y tienen miedo de salirse de ese camino. 

Sus vidas pueden ser gratificantes en ese momento, pero cuando vayan cumpliendo años y las necesidades vayan cambiando, posiblemente sientan que deberían de haber arriesgado más en el pasado para obtener cosas que desearían y no poseen.

El crecimiento personal también conlleva sus desventajas iniciales, pero una vez conseguido el objetivo, la vida es mucho más gratificante. Evolucionar y cambiar es positivo, pero también tiene consecuencias a nuestro alrededor.

Si tú encajabas en un sitio y cambias, ya no encajarás tanto, tendrás otras necesidades diferentes.
Las personas que nos rodean están acostumbradas a tratar siempre con un modelo fijo, una forma de ser que encaja con ellos, pero cuando alguien está evolucionando y sufre cambios, encontrará críticas y desaprobaciones a su alrededor, porque los cambios cuestan de aceptar.

Muchos no se dan cuenta de que el ser humano es así. Cuando somos pequeños, se ve a simple vista el crecimiento físico, todos ven normal que un niño vaya teniendo diferentes necesidades conforme va cumpliendo años.

Pero llegada una edad donde los cambios físicos no son tan visibles, el cuerpo deja de crecer, pero la mente sigue evolucionando, en unas personas más que en otras, dependiendo de las ambiciones, motivación, deseos, personalidad, nivel de comodidad, economía, etc…

No somos una piedra inamovible, el ser humano se va moldeando a lo largo de la vida y evolucionar significa dejar atrás algunas cosas que ya no encajan. Quién no ha escuchado alguna vez críticas como: ¿Qué te está pasando? Antes no eras así, con la intención de devolver a la persona a su estado anterior.

Este tipo de reproches y críticas no deberían verse como negativas, porque es signo de que hay cambios, y al cambiar, hay cosas que ya no encajan.

EJEMPLO FAMILIAR:

Una adolescente acostumbrada a vivir con unos padres sobreprotectores, críticos y negativos.

Mientras ella no cambie y siga siendo dependiente de ellos, todo seguirá bien, pero cuando esa chica crezca, madure y evolucione, se va a dar cuenta de que el modelo de sus padres no es el correcto y no va a permitir que el ambiente tóxico que tiene con su familia la detenga en su desarrollo.

Llegará a una edad donde sentirá la necesidad de independencia, de decidir por completo sobre su forma pensar, vivir y de hacer las cosas.

En cuanto sus padres vean que ya no está en sus manos, que ya no es dominable y tiene un pensamiento propio diferente al de ellos, empezarían los problemas y reproches del tipo ¿qué te está pasando? Antes no eras así, estás dando muchos problemas.

Si la persona que está evolucionando accede a los reproches creyéndose culpable, dejará de crecer y se pondrá en manos de otros que manejarán su vida. Si se mantiene independiente sin dejar que sus padres le influyan, podrá dar un cambio en su vida.

EJEMPLO MATRIMONIAL:

Hay infinidad de casos de mujeres casadas, que se han entregado por completo a la familia, olvidándose de ellas mismas, quedándose sin vida propia.

El marido está tan acostumbrado a eso, que si un día su mujer empieza a sentir otras necesidades y a querer tener sus espacios propios y vida a parte de la familia, sufrirá reproches y críticas que intentarán estancarla.

Reproches como: ¿Qué te está pasando?, eras una mujer ejemplar, ahora te estás torciendo y quiero que vuelvas a ser la de antes. Tus amigas te están lavando la cabeza, estás dejando a tu familia de lado, etc…


¿CÓMO PODEMOS ENFRENTARNOS A LOS REPROCHES?
Los reproches y críticas que podemos recibir cuando estamos cambiando y evolucionando, no son más que miedos por parte de la otra persona. Miedo a perder la estabilidad que tenían antes.

Quieren mantener a toda costa esa rutina que tenían con la persona querida y esos cambios que ven en el otro, les aterrorizan.

Lo más importante es no meterse en discusiones ni peleas. Debemos comprender que el otro siente un gran miedo de perder algo que hasta ahora le gustaba cómo funcionaba. Si respondemos enfadados y entramos en discusiones acaloradas no conseguiremos nada positivo.

Lo mejor es mantenerse en calma y explicar de una manera segura y madura las nuevas necesidades que tenemos ahora. Hacer ver que con los años las personas cambiamos y ahora tenemos otros deseos. Digan lo que digan, hay que seguir hacia adelante con lo que queremos, sin que nada nos estanque.

Para que el entorno tome en serio los cambios, hay que dar una opinión madura desde la calma, para que vean el cambio racional que estamos haciendo.

No se trata de convencer, ni de enfadarse, simplemente informar de lo que deseamos y lo que vamos a hacer porque somos seres libres para decidir sobre nuestra vida. Los cambios no se demuestran con las palabras, sino con los hechos y actos.

Es como si cambiar estuviera penado por la sociedad. Así es el ser humano, flexible y moldeable. Debemos escucharnos y reflexionar si estamos yendo en la dirección correcta, en esa que nos llena y nos motiva.

PARADOJA:

Imagina que metes a un tigre cachorro en una jaula pequeña, conforme vaya creciendo, tendrá otras necesidades. Si no lo cambiamos de jaula, llegará un momento en el que no podrá seguir creciendo, la jaula se queda pequeñísima, necesitará otro lugar donde desarrollarse.

El lugar en el que antes encajaba, ahora ya no. A las personas nos pasa igual. Cambiamos y lo que antes nos valía, ahora ya no. Puede pasar en muchas facetas de la vida.

En lo amistoso, con personas que antes nos llenaban y nos lo pasábamos muy bien. Puede llegar un momento en el que alguien cambie y desee otro perfil de amistades.

También en el ámbito de pareja. Alguien se puede emparejar en una etapa de su vida, pero luego al cambiar, su pareja ya no encaja con sus nuevos valores y forma de ver la vida.

Igual en el ámbito familiar. Alguien que estaba encantado de convivir con su familia y que llegue un momento en el que ya no esté a gusto. Puede pasar en muchísimos ámbitos de la vida.

Lo importante es que, estés donde estés, sepas escuchar de verdad tus deseos y necesidades. Lucha por llegar al lugar donde deseas. Escoge un entorno donde se puedan desarrollar tus virtudes y felicidad.

https://lamenteesmaravillosa.com/el-crecimiento-personal-y-el-entorno/

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