El hombre que volvería a ser policía pese a quedar parapléjico por un tiro
Argentina, 14 de Diciembre 2015
Nota: diariodecuyo.com
San Juan 11/12/2011. -Esperanza. Ricardo Bruna salió en defensa de un empleado asaltado cuando casi lo matan. Su lucha, sus planes y su irrenunciable vocación 9 años después.
Fue salvar una vida. El agente Ricardo Bruna (44) veía unos videos con música del recuerdo en el servicompras de la estación de servicio que custodiaba en ruta 40 casi Benavídez Capital, cuando vio que un empleado era atacado a tiros por negarse a dar la recaudación a dos delincuentes, apenas 70 pesos. No lo dudó: se abalanzó sobre uno de los ladrones y ya lo reducía cuando escuchó otro estampido y sufrió una suerte de shock que nubló su mente. Cuando reaccionó, se vio con sangre en su remera e intuyó que lo habían baleado, pero no sabía dónde porque nada le dolía. Lo que entonces lo preocupaba era esa horrible sensación de no sentir sus piernas y tener que arrastrarse.
Aquella vez los ladrones le lanzaron otro tiro que dio en el piso y huyeron sin nada. Bruna impedía así el robo y salvaba una vida, pero aquel acto heroico en la madrugada del 31 de enero de 2003, sería su cruz:
La bala se le había colado por la zona de la clavícula derecha, avanzó hasta dañarle la médula espinal entre la cuarta y la quinta vértebra cervical y lo dejó parapléjico. Ricardo sólo puede mover sus brazos y desde sus pectorales hacia arriba.
Un Padecimiento
Fue un golpe durísimo, en extremo deprimente. Padre de cinco hijos, Ricardo entonces era jugador ocasional de fútbol y policía de alma: llevaba 12 años en la fuerza y el trabajo de calle, como chofer de patrulla en la seccional 2da, era el pulmón de sus días. Aquel tiro y sus amargas consecuencias lo recluyeron en sí mismo, con cierta bronca hacia Dios en principio, con la angustia de sentirse joven, enérgico, pero inmóvil y dependiente de otros. Un año le costó comprender, madurar, asumirse lisiado, pero aún útil, porque nunca se le cruzó por la cabeza matarse. Se reconcilió con Dios y consigo mismo cuando vio en sus hijos, en su esposa, en su familia y sus amigos, que podía salir adelante. A pesar de la silla de ruedas, de los descartables, de volverse diabético por su inmovilidad, de vivir con el recuerdo del deseo sexual y esa lucha diaria que lo sorprendió cuando tenía 35 años.
Hoy, Ricardo pelea por sus derechos porque no fue sencilla su salida de la Policía. A pesar de ser herido cuando prestaba servicio, se retiró como agente porque no lo ascendieron. Y aún insiste por el pago de una renta vitalicia, por un aumento de sueldo, porque le reconozcan el gasto de los descartables, porque le abonen la mitad del seguro de vida, algo autorizado por ley.
Necesita el dinero para mantener a los suyos, para cubrir sus necesidades (la batería de su silla de ruedas ya no sirve) y para ayudar a sus hijos mayores en un pequeño emprendimiento familiar.
Sin Rencores
Ricardo hoy es un hombre entero, sin rencores. ‘No tengo bronca ni resentimiento con los que me hicieron esto, no me quiero vengar. Si pretendo que se cumplan las leyes, para que esa gente no haga más daño. Lo que me pasó fue algo del destino, propio de la profesión de ser policía’, dice.
Ricardo hoy es un hombre con planes. ‘A pesar de estar así puedo ayudar, aportar mi experiencia a mis hijos y familia, para agradecerles de alguna manera por todo lo que hacen por mí. Una forma de ayudarlos -asegura- sería aportando algo para un pequeño negocio con autos remis que estamos encarando’.
Ricardo hoy es un hombre esperanzado. ‘No me resigno. Sigo creyendo en Dios y no creo que esto sea un castigo. Mandé mis estudios a distintos lugares y siempre me respondieron que lo mío no tiene vuelta, porque la médula espinal no se regenera. Igual no pierdo la esperanza de que algún día ocurra un milagro, que me despierte y sienta el dedo gordo, que pueda volver a caminar aunque sea con una pierna’, asegura, con los ojos iluminados.
Ricardo hoy es un hombre que, pese a su destino, volvería a tomar el mismo camino. ‘Yo era camionero, pero siempre me gustó la Policía. Y si llegara a recuperarme volvería a elegir lo mismo, siempre quise ser policía’, asegura, convencido.
Los culpables
Los sujetos implicados en el ataque contra Bruna siguen ligados al delito. Rodolfo "El Chonono´ Sánchez era menor cuando balearon al policía. Por eso solo se lo declaró responsable ya que era inimputable, dijeron fuentes judiciales. De todos modos igual siguió delinquiendo. El otro partícipe identificado y juzgado fue Martín Alejandro De los Ríos(27). Le dieron 12 años por el dañino ataque a Bruna, aún así salió y volvió a delinquir: la semana pasada le dieron 5 años y 3 meses de cárcel por intentar robar a punta de arma a un distribuir con un cómplice.
http://www.diariodecuyo.com.ar/home/new_noticia.php?noticia_id=494730
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Nota: diariodecuyo.com
San Juan 11/12/2011. -Esperanza. Ricardo Bruna salió en defensa de un empleado asaltado cuando casi lo matan. Su lucha, sus planes y su irrenunciable vocación 9 años después.
CON VOCACIÓN. Humberto Ricardo Bruna (44) pasa sus días en una silla de ruedas. Cree que volverá a caminar y asegura que, si ocurre el milagro, volvería a la Policía. |
Fue salvar una vida. El agente Ricardo Bruna (44) veía unos videos con música del recuerdo en el servicompras de la estación de servicio que custodiaba en ruta 40 casi Benavídez Capital, cuando vio que un empleado era atacado a tiros por negarse a dar la recaudación a dos delincuentes, apenas 70 pesos. No lo dudó: se abalanzó sobre uno de los ladrones y ya lo reducía cuando escuchó otro estampido y sufrió una suerte de shock que nubló su mente. Cuando reaccionó, se vio con sangre en su remera e intuyó que lo habían baleado, pero no sabía dónde porque nada le dolía. Lo que entonces lo preocupaba era esa horrible sensación de no sentir sus piernas y tener que arrastrarse.
Aquella vez los ladrones le lanzaron otro tiro que dio en el piso y huyeron sin nada. Bruna impedía así el robo y salvaba una vida, pero aquel acto heroico en la madrugada del 31 de enero de 2003, sería su cruz:
La bala se le había colado por la zona de la clavícula derecha, avanzó hasta dañarle la médula espinal entre la cuarta y la quinta vértebra cervical y lo dejó parapléjico. Ricardo sólo puede mover sus brazos y desde sus pectorales hacia arriba.
Un Padecimiento
Fue un golpe durísimo, en extremo deprimente. Padre de cinco hijos, Ricardo entonces era jugador ocasional de fútbol y policía de alma: llevaba 12 años en la fuerza y el trabajo de calle, como chofer de patrulla en la seccional 2da, era el pulmón de sus días. Aquel tiro y sus amargas consecuencias lo recluyeron en sí mismo, con cierta bronca hacia Dios en principio, con la angustia de sentirse joven, enérgico, pero inmóvil y dependiente de otros. Un año le costó comprender, madurar, asumirse lisiado, pero aún útil, porque nunca se le cruzó por la cabeza matarse. Se reconcilió con Dios y consigo mismo cuando vio en sus hijos, en su esposa, en su familia y sus amigos, que podía salir adelante. A pesar de la silla de ruedas, de los descartables, de volverse diabético por su inmovilidad, de vivir con el recuerdo del deseo sexual y esa lucha diaria que lo sorprendió cuando tenía 35 años.
Hoy, Ricardo pelea por sus derechos porque no fue sencilla su salida de la Policía. A pesar de ser herido cuando prestaba servicio, se retiró como agente porque no lo ascendieron. Y aún insiste por el pago de una renta vitalicia, por un aumento de sueldo, porque le reconozcan el gasto de los descartables, porque le abonen la mitad del seguro de vida, algo autorizado por ley.
Necesita el dinero para mantener a los suyos, para cubrir sus necesidades (la batería de su silla de ruedas ya no sirve) y para ayudar a sus hijos mayores en un pequeño emprendimiento familiar.
Sin Rencores
Ricardo hoy es un hombre entero, sin rencores. ‘No tengo bronca ni resentimiento con los que me hicieron esto, no me quiero vengar. Si pretendo que se cumplan las leyes, para que esa gente no haga más daño. Lo que me pasó fue algo del destino, propio de la profesión de ser policía’, dice.
Ricardo hoy es un hombre con planes. ‘A pesar de estar así puedo ayudar, aportar mi experiencia a mis hijos y familia, para agradecerles de alguna manera por todo lo que hacen por mí. Una forma de ayudarlos -asegura- sería aportando algo para un pequeño negocio con autos remis que estamos encarando’.
Ricardo hoy es un hombre esperanzado. ‘No me resigno. Sigo creyendo en Dios y no creo que esto sea un castigo. Mandé mis estudios a distintos lugares y siempre me respondieron que lo mío no tiene vuelta, porque la médula espinal no se regenera. Igual no pierdo la esperanza de que algún día ocurra un milagro, que me despierte y sienta el dedo gordo, que pueda volver a caminar aunque sea con una pierna’, asegura, con los ojos iluminados.
Ricardo hoy es un hombre que, pese a su destino, volvería a tomar el mismo camino. ‘Yo era camionero, pero siempre me gustó la Policía. Y si llegara a recuperarme volvería a elegir lo mismo, siempre quise ser policía’, asegura, convencido.
Los culpables
Los sujetos implicados en el ataque contra Bruna siguen ligados al delito. Rodolfo "El Chonono´ Sánchez era menor cuando balearon al policía. Por eso solo se lo declaró responsable ya que era inimputable, dijeron fuentes judiciales. De todos modos igual siguió delinquiendo. El otro partícipe identificado y juzgado fue Martín Alejandro De los Ríos(27). Le dieron 12 años por el dañino ataque a Bruna, aún así salió y volvió a delinquir: la semana pasada le dieron 5 años y 3 meses de cárcel por intentar robar a punta de arma a un distribuir con un cómplice.
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