La cara oculta de la Guardia Civil

Argentina, 28 de Julio de 2015
Nota; Varias

22/07/15 España. -La AUGC critica que es el cuerpo peor pagado, el que cuenta con menos mujeres y el que encabeza el mayor índice de suicidios.


Barcelona. - La Asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC) ha lanzado este miércoles una campaña a través de las redes sociales con la que busca denunciar, según reza la etiqueta, "la cara oculta de la Guardia Civil".

En un artículo publicado en la web de AUGC, la asociación declara que la institución mejor valorada por los ciudadanos -según el último barómetro del CIS- goza de unas condiciones laborales "más propias de un Estado dictatorial y represivo que de una democracia".

El escrito revela la carencia de medios básicos para la seguridad de los guardias civiles, que "deben realizar su trabajo sin chalecos antibalas, en vehículos con más de 400.000 kilómetros y en instalaciones en un estado lamentable, entre otras circunstancias". Denuncia, también, que es el cuerpo peor pagado de España, el que cuenta con menos mujeres, y el que encabeza el mayor índice de suicidios ("447 desde 1982, uno cada 26 días").

La falta de personal y el cierre de cuarteles son otros de los puntos que recoge el manifiesto, en el que también critica "una de las herramientas represoras más poderosas que se aplican contra los guardias civiles": la cárcel por desobediencia al superior.

La AUGC detalla que la aplicación del Código Penal Militar puede llevar a la cárcel a un agente "por una simple discusión con su jefe" y que "cualquier iniciativa" por parte del agente se toma como "una desobediencia que ha de ser desterrada".

La iniciativa de la asociación pretende concienciar a la sociedad del "necesario cambio que ha de producirse". "Esta sociedad no necesita guardias civiles desfilando, sino guardias civiles realizando su función policial, con formación y material adecuado", sentencia.

AUGC denuncia ante la sociedad la #Cara Oculta de la Guardia Civil con una campaña en redes sociales
Muchos son los halagos y reconocimientos dirigidos a la Guardia Civil por parte de la sociedad española, las instituciones y los medios de comunicación. Sin embargo, la institución más valorada por los ciudadanos (según el último barómetro del CIS) también tiene un lado oscuro que debe conocerse, y es el que afecta a los derechos de sus trabajadores, que todavía hoy se ven forzados a llevar a cabo su actividad en unas condiciones laborales más propias de un Estado dictatorial y represivo que de una democracia.

A esta falta de derechos se une, además, la carencia de medios básicos para la seguridad de los guardias civiles, que deben realizar su trabajo sin chalecos antibalas, en vehículos con más de 400.000 kilómetros y en instalaciones en un estado lamentable, entre otras circunstancias.

Si a esto se añade el hecho de que los guardias civiles son los policías peor pagados en España, no parece difícil de entender que la Guardia Civil sea el Cuerpo que menos opositores recibe, el que cuenta con menos mujeres y el que presenta el mayor índice de suicidios (447 desde 1982, uno cada 26 días).
Esto repercute, además, en la calidad del servicio que se aporta a la ciudadanía, que cada año ve cómo la falta de personal provoca el cierre de cuarteles, o que estos queden reducidos a meros edificios fantasma con una bandera ondeando; o que falten patrullas de seguridad rural por tener vehículos sin reparar o en condiciones de precariedad absoluta.

Sin embargo, los férreos mecanismos de control que posee el generalato y los políticos que se pliegan a su poder de presión hacen que esta precariedad resulte casi imperceptible desde el exterior, que permanezca oculta a una sociedad que ignora que esos guardias civiles que velan por su seguridad son, en realidad, ciudadanos de segunda.
Porque los guardias civiles trabajan en un ambiente desestructurado por la desconexión existente entre los miembros de quienes configuran los más altos puestos y el resto de las escalas, donde impera el ordeno y mando, tomándose cualquier iniciativa por parte del agente como una desobediencia que ha de ser desterrada.

En este sentido, la aplicación del Código  Penal  Militar, que puede llevar a la cárcel a un agente por una simple discusión con su jefe, es una de las herramientas represoras más poderosas que se aplican contra los guardias civiles.

Se trata de un ordeno y mando que solo sabe funcionar bajo la imposición, obviando la convicción como metodología y sistema de gestión. Por tanto, es necesario implementar un nuevo sistema de gestión donde el Director General y el equipo directivo de primer nivel reciban la oportuna enseñanza y formación, para ser capaces de involucrarse y convertirse así en el primer grupo que mejore el entorno y las condiciones laborales, al que le sigan el resto de niveles jerárquicos de forma natural.

Pero para esto se requiere mayor capacidad de convencimiento y menor imposición, habilidad para desarrollar una buena comunicación bilateral entre este primer equipo directivo y los representantes de los trabajadores y trabajadoras de la Guardia Civil, inteligencia para involucrar al conjunto de la Institución e idoneidad para lograr estos objetivos.

Porque la actual sociedad española debe contar con un sistema público de seguridad acorde con la realidad delincuencial y dotada de medios humanos y materiales para dar una respuesta inmediata. Esta sociedad no necesita guardias civiles desfilando, sino guardias civiles realizando su función policial, con formación y material adecuado.
De momento, esa cara oculta sigue alejando al guardia civil del resto de la sociedad, aislándole como ciudadano y haciéndole sentir que no está integrado en el conjunto de la ciudadanía, algo que es perjudicial para la sociedad, pues la conexión entre quienes ejercen funciones de policía y el conjunto de la ciudadanía es uno de los pilares de las sociedades democráticas.

Una cara oculta que sirve para sustentar un sistema policial caduco y obsoleto propio del siglo XIX en su interior, pero con imagen proyectada hacía el exterior de modernidad y eficacia, un hecho que difícilmente puede hacer disfrutar de esa paz social interna que tan necesaria es y tanta falta hace, donde la ausencia de argamasa en su interior hace que el guardia civil tenga que encontrarse obligado a sentirse diferente del resto de colectivos.
Una Cara Oculta de la Guardia Civil que desde AUGC nos proponemos revelar, por el bien de los  guardias civiles, sus familias y el resto de ciudadanos. Por ello hemos iniciado una campaña bajo el lema #CaraOcultaGuardiaCivil con el fin de concienciar a la sociedad del necesario cambio que ha de producirse en un Cuerpo de seguridad militarizado que ejerce funciones de policía hacia el exterior, pero que convive con férrea disciplina militar en su interior, un cuerpo de seguridad que debería encontrarse en conexión con quienes han de vigilar y salvaguardar sus libertades y derechos, y no sentirse como ciudadanos de segunda abandonados por el actual Gobierno del PP y todos y cada uno de los que le precedieron.
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