Descubrí cómo se prepara un piloto de combate en la única escuela del país que está en Mendoza

3 de Septiembre de 2012
Diario mdz.com

Funciona en la IV Brigada Aérea. Por año, se capacitan unos diez pilotos militares bajo las órdenes de cinco instructores. Los video juegos, el tenis y la paleta los ayudan a tener destrezas necesarias para las maniobras. Un grupo de mecánicos los asiste y controla que los aviones Pampa estén en óptimo estado. Entre ellos hay una mujer. Mirá las imágenes captadas por Alfredo Ponce.

Ninguno habla de guerra, sólo coinciden en la pasión que sienten desde chicos por los aviones y en ese sueño recurrente, poder volar. Pero aunque no hablen de enfrentamientos, diez hombres se capacitan cada año en la única escuela de pilotos de combate del país, ubicada en la IV Brigada Aérea, en Mendoza.
El camino es largo para llegar a ser piloto de combate. Después de estudiar dos años en la Escuela de Aviación Militar, ubicada en Córdoba, sólo los mejores promedios pueden seguir el curso, ya que se requieren habilidades físicas, intelectuales y sobre todo adaptación.

Los mecánicos revisan el Pampa, antes de que llegue el piloto.

Desde que se abrió la escuela en la IV Brigada Aérea, nunca hubo una mujer piloto de caza, aunque sí realizan tareas de apoyo, como el caso de Ailín Rutchle, que es mecánica aeronáutica (ver Ailín, la mecánica aeronáutica ).

Reservados y con alto grado de adaptaciónLos pilotos de combate son reservados. Cuesta que cuenten sus historias, que salgan en las fotos. La razón es simple. Aunque no firman un acuerdo de confiabilidad, se manejan por códigos, por señas, porque cualquier palabra de más podría alertar al enemigo sobre su llegada.

El equipo de cada pilotos está listo, para que puedan comenzar la capacitación.

Cuando llegan a Mendoza, estos hombres ya dominan maniobras generales, como manejar el instrumental, despegar, aterrizar o realizar vuelos nocturnos. Aquí reciben entrenamiento específico de combate aire-aire, aire-tierra, tiro y aprenden a dominar el sistema de navegación, que les permitirá llegar al punto de destino en el tiempo estipulado.
El jefe del Grupo 4 de Caza de la IV Brigada Aérea, Gabriel Bagatello, explicó que quienes egresan del curso están preparados para volar cualquier avión de combate del mundo, ya que la mayoría tiene las mismas características. Sólo necesitan un período de adaptación a un modelo específico.

Los Pampa utilizan JP1, un querosén refinado y transparente.

Cuando terminan el curso en Mendoza, la fuerza los destina a tres lugares de capacitación específica, según las necesidades. Estos pueden ser: Villa Reynolds, en San Luis, donde se especializan como pilotos de A 4 (un caza bombarderos); a Tandil, en Buenos Aires, donde vuelan Mirage (avión de interceptación) o a Reconquista, lugar que los capacita para volar Pucará (ataque de apoyo de fuego cercano).

El jefe del Grupo 4 de Caza, Gabriel Bagatello.

Bagatello dijo que el país tiene una política básicamente defensiva. Por esto, -señaló- los pilotos deben conocer las maniobras que cumplan con este objetivo, aunque también es indispensable que se capaciten en las ofensivas.
Una de las tareas que realizan los pilotos de combate es el control del tránsito aéreo –una de las labores de la Fuerza Aérea- que se realiza en conjunto con el Ministerio de Defensa. Hoy se concentran en lo que se denomina el escudo norte, para prevenir el narcotráfico.

A ClasesCinco instructores enseñan a los pilotos los secretos de las maniobras de combate. En Mendoza vuelan en el Pampa, un avión de producción nacional que cuesta 40 millones de pesos.

El piloto y los mecánicos constatan que todo esté en orden antes del vuelo.

Por la mañana los alumnos asisten a clases y realizan lo que se denomina briefing, que se traduce como informe o instructivo que se realiza antes del comienzo de una misión. Se habla acerca de las condiciones meteorológicas, se recuerda cómo actuar frente a emergencias y repasan, junto al instructor, cada una de las maniobras que harán en el aire, ya que nada está librado al azar.
Luego, el piloto se sube al Pampa y como copiloto va su instructor, que tiene control sobre todos los comando, por si necesita corregir alguna acción.

El piloto se coloca en la parte delante y detrás vuela el instructor.

Cuando los pilotos dominan las maniobras de vuelo comienzan con las específicas: combate aire aire, dos pilotos contra uno, tres contra uno, cuatro contra uno, simulan enfrentamientos y realizan prácticas de tiro, aunque sin armamento.
Los vuelos se realizan en las inmediaciones de la Fuerza Aérea, ya que no es necesario alejarse para realizar las maniobras.

Antes y después de cada vuelo de entrenamiento, los mecánicos revisan el avión.

El jefe del Escuadrón de la Escuela, el mendocino Claudio Loveira, explicó que si bien todos pueden aprender, existen habilidades innatas, como la rapidez de reacción, que los ayuda a asimilar las maniobras.
Loveira contó que muchos de los pilotos juegan al tenis o a la paleta, porque este ejercicio les ayuda a tener destrezas extra con el instrumental.

El Pampa es un avión de fabricación nacional, que cuesta 40 millones de pesos.

El vicecomodoro aseguró que los pilotos de combate no son supersticiosos, no llevan amuletos, aunque suelen volar con una foto de sus seres queridos, y hasta con una del club de sus amores, como en su caso.
Una vez que terminan el vuelo, que suele durar una hora, los hombres analizan el video que graba un sistema a bordo del avión, para saber cuáles fueron sus fortalezas y debilidades.

Desde la torre de control autorizan el despegue y comienza el entrenamiento.

Luego se relajan en lo que denominan bar, un salón repleto de fotos de aviones, de dibujos y chistes sobre los pilotos y con una barra, donde cada uno tiene un vaso con su nombres, aunque sólo toman agua o gaseosas, porque las bebidas alcohólicas están prohibidas.
En el bar descansan Pablo Keilis y Carlos Rohde, que comparten la pasión por volar. El primero siempre quiso ser piloto de combate y sueña con especializarse en A4, mientras el segundo siguió con la vocación de su papá, que fue piloto en la Guerra de Malvinas.

Los pilotos se relajan en el bar después de cada vuelo
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Los hombres recordaron su primer vuelo, en el que se descompusieron. Esto es común, hasta que se adaptan, ya que los pilotos de combate no vuelan como en un avión comercial, sino que realizan muchas maniobras, para las que el cuerpo no está preparado.
En el bar también se relaja un piloto estadounidense, que realiza un intercambio. En el país del norte, un argentino sigue el mismo curso de entrenamiento.

Un avión que no es tallerista
Los pilotos de combate no podrían cumplir con su capacitación, si no existiera un equipo de mecánicos que realiza el mantenimiento del Pampa.

Los pilotos estudian cada maniobra, nada se deja al azar.

Este avión de entrenamiento se produce en la fábrica de Córdoba, vuela a 700 kilómetros por hora y utiliza como combustible el JP1, que es un querosén refinado, sin impurezas y transparente. El Pampa tiene una autonomía de vuelo de entre dos horas treinta y dos horas cincuenta, a unos 10 mil metros de altura.

Cada piloto tiene sus elementos, con su nombre grabado en el casco.

El comodoro Bagatello enumeró los adelantos tecnológicos del Pampa. Hace tres años le cambiaron la biónica, es decir el instrumental a bordo, que pasó de ser analógico a digital. Este cambio permitió a los más jóvenes explotar al máximo el sistema, gracias a la habilidad que  adquirieron desde pequeños con los video juegos, un extra con el que no cuentan los más grandes.
El adelanto más reciente que se le hizo al Pampa fue cambiarle el motor por uno de última generación, lo que redujo en forma notable los ciclos de mantenimiento.

Bagatello comentó que el Pampa no es un avión tallerista, sino que le gusta volar.

Este avión de producción nacional, al igual que el Pucará, no tiene un promedio estimado de vida, sino que depende de cuánto y cómo vuele.

En Mendoza 400 técnicos realizan el mantenimiento de los Pampa. La única fase que no se hace en la IV Brigada Aérea es la inspección mayor, que implica el cambio de componentes.
Bagatello aseguró que el nivel técnico es alto y que tiene gente capacitada en hidráulica, estructura, instrumental, motores y asientos eyectables, entre otros aspectos.
La asociación con la mecánica de un auto es casi inevitable para un neófito en el tema. Bagatello se rió de la idea, pero se prestó al juego y dijo que el Pampa no es tallerista, que es un avión que le gusta volar.

Los mecánicos trabajan  en equipo, es la única forma que nada falle.

Otra pregunta inevitable es qué siente, qué ve un  piloto de combate. El comodoro, que ya tiene 3.400 horas de vuelo, explicó que cuando uno tiene experiencia se concentra en la tarea encomendada, pero que hay un segundo en que se puede contemplar la grandeza, cuando, por ejemplo, vuela sobre el Aconcagua, las Cataratas del Iguazú o los Esteros del Iberá.

Los entrenamiento se realizan durante el día y también en la noche.

Pero más allá de ese instante único, del que sólo disfruta el piloto, Bagatello dijo que lo más importante es llegar en tiempo y forma al objetivo, una misión para la que se preparan en Mendoza los pilotos de combate.

Enlace;
http://www.mdzol.com/mdz/nota/415107-descubri-como-se-prepara-un-piloto-de-combate-en-la-unica-escuela-del-pais-que-esta-en-mendoza/

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