-Schneider-Brillié- el primer autobús blindado del Ejército Español
Argentina, 01 de Diciembre de 2015
Nota; abc.es
11/6/14 España. -Basado en el chasis de un autocar parisino, este vehículo fue adquirido en 1909 para combatir en la Guerra de Melilla
En una época en la que carros de combate como los «Leopardo» atraviesan las mesetas a golpe de cañonazo, se hace extraño recordar aquellos años en que los medios acorazados comenzaban a rodar por primera vez. Sin embargo, gracias a automóviles pioneros como el «Schneider-Brillié», el primer vehículo blindado que adquirió el Ejército Español en 1909 para combatir en la Guerra de Melilla, hoy nuestro país dispone de unas unidades mecanizadas envidiables. Tosco, lento, y basado en el chasis de un autobús parisino, este transporte de tropas protegido sentó precedente al enfrentarse a cientos de fusiles marroquíes.
Así contóABC,
en base a las declaraciones de los trabajadores supervivientes, aquel
suceso: «Bruscamente sonó una descarga cerrada y tres obreros españoles
cayeron al suelo. Los demás suspendieron el trabajo, alzaron la cabeza
y, como a unos cien metros de distancia, vieron un grupo de 400 moros de a pie y 30 jinetes que hacían fuego sobre los españoles.
Los trabajadores moros salieron a todo correr hacia el campo. Lo mismo
hicieron los guardias indígenas al servicio de la Compañía española, y
lo mismo tuvieron que hacer los españoles. Los moros seguían haciendo
fuego sobre los fugitivos (…). Los españoles (…) consiguieron tomar una
locomotora de la Compañía francesa y llegar al campamento».
Cinco días más tarde, fue trasladado a Carabanchel con la matrícula «Artillería nº 15». «Sería asignado a la Escuela de Automovilismo de Artillería que, junto a la Escuela de Mecánicos Automovilistas de Ingenieros, eran los únicos centros capaces de realizar las correspondientes tareas de mantenimiento
tras haber sido los primeros en recibir los medios automóviles»,
completan Marín y Mata en «Los medios blindados de ruedas en España».
Nota; abc.es
11/6/14 España. -Basado en el chasis de un autocar parisino, este vehículo fue adquirido en 1909 para combatir en la Guerra de Melilla
En una época en la que carros de combate como los «Leopardo» atraviesan las mesetas a golpe de cañonazo, se hace extraño recordar aquellos años en que los medios acorazados comenzaban a rodar por primera vez. Sin embargo, gracias a automóviles pioneros como el «Schneider-Brillié», el primer vehículo blindado que adquirió el Ejército Español en 1909 para combatir en la Guerra de Melilla, hoy nuestro país dispone de unas unidades mecanizadas envidiables. Tosco, lento, y basado en el chasis de un autobús parisino, este transporte de tropas protegido sentó precedente al enfrentarse a cientos de fusiles marroquíes.
Corrían por entonces malos
tiempos para España en el norte de África. Y es que, la comunidad
internacional había cedido a nuestro país un pequeño territorio en el
Rif que, más que un regalo, era una bomba lista para estallar de la
forma más estrepitosa posible. ¿La razón? Los constantes ataques
protagonizados por grupos de indígenas armados a las tropas y
trabajadores hispanos ubicados en la zona (siendo muy cruentos, en
principio, en los alrededores de Melilla).
«España consiguió la cesión del territorio gracias a las
presiones de Inglaterra a Francia. La rivalidad colonial entre estas
potencias europeas terminaría cuando ambas comprendieron que, en vez de
pelearse, sería más provechoso un reparto de zonas de influencia,
particularmente en África. Así, en virtud del acuerdo franco-británico de abril de 1904,
Francia dejaba a Inglaterra las manos libres en Egipto, a cambio de que
ésta se las dejara libres en Marruecos», determina en declaraciones a
ABC María Rosa de Madariaga, autora, entre otras obras, de «En el Barranco del Lobo. Las guerras de Marruecos».
Sin embargo, este reparto dejó con mal sabor de boca a los
pomposos lords ingleses, quienes, temerosos de los gabachos y su
«Armée», decidieron enarbolar nuestra rojigualda en su propio beneficio.
«No deseando Inglaterra que del otro lado del Estrecho se estableciera
una gran potencia como Francia, hizo valer ante esta última los “derechos históricos” de España en el Norte de Marruecos para que le cediera la franja septentrional del territorio», finaliza la escritora.
El ataque que provocó la guerra
Algún tiempo después de la interesada cesión, la situación
terminó de tensarse cuando, el 9 de julio de 1909, un grupo de rifeños
de la cabila –tribu- de Beni Bu Ifrur atacó,
fusil en mano, a unos operarios españoles que estaban construyendo un
ferrocarril minero en las afueras de Melilla. Tras el asalto, el alto
mando dio la orden de comenzar las hostilidades contra los poblados
enemigos; había comenzado la guerra.
La guerra en Melilla exigía el uso de nuevas armas
El rastreo del mercado
Con los rifeños tirando a dar contra las tropas y los
operarios hispanos, se hizo necesario hacer acopio de todo el material y
recursos existentes para plantar cara al enemigo con algo más que
fusilazos y machetazos. A su vez, se inició un rastreo del mercado
armamentístico internacional en un intento de hacer llegar hasta Melilla
una tecnología que diera a los militares españoles la mayor ventaja posible frente a los lugareños.
Buscando, en 1909 la Comisión de Experiencias de Artillería –el
organismo encargado de adquirir material pesado para el ejército de
nuestro país- se hizo eco de una serie de novedosos automóviles cuyo
desarrollo había comenzado hace pocos años: los vehículos blindados. La
idea de estos artilugios era sencilla: coger un transporte y forrarlo de chapa hasta la extenuación para que los disparos enemigos no hirieran a la tripulación que viajaba en su interior.
«Los vehículos acorazados realizaron su aparición en Europa
de la mano del SXX, y en este sentido el Ejército Español prestó
atención a esta novedad desde sus comienzos. (…) La Comisión de
Experiencias de Artillería, a la vista de la situación existente en el
teatro de operaciones marroquí, redactó en 1909 la memoria “Modelos de automóviles blindados propios para la campaña de Melilla”», afirman Francisco Marín y José María Mata en su obra «Los medios blindados de ruedas en España».
El «Schneider», encargado
Decididos a soltar los duros por estos ingenios mecánicos,
la Comisión se dedicó ese mismo año a recabar información sobre los
diferentes modelos de vehículos blindados existentes
en el mercado. Así pues, se fijaron exhaustivamente en los diseños
ofrecidos por las empresas Armstrong-Withworth, Hotchkiss, Maudslay,
RMM, SAG, Thornycroft y Scheider. Concretamente, España buscaba dos
modelos diferentes: uno que pudiera portar una ametralladora y otro que sirviera para transportar a las tropas en campaña.
Aunque finalmente se desechó la idea de adquirir un
vehículo autoametrallador, la proposición de comprar un transporte
blindado sí gustó a la Comisión que, tras las deliberaciones iniciales,
seleccionó como modelo idóneo el que ofrecía la casa francesa «Schneider et Compagnie». «El vehículo era el resultado de cubrir un chasis –utilizado en Francia para los autobuses de París-
con una estructura blindada cubierta con viseras abatibles para
realizar la observación y el tiro», afirman los mismos autores en otra
de sus obras llamada «Atlas ilustrado de los vehículos blindados españoles».
Entre sus características principales, el denominado
«Camión blindado Schneider-Brillié» contaba con unas dimensiones
considerables (casi 6 metros de largo, 4 de alto y 2,25 de ancho); un
peso de unos 6.000 kilogramos y una caja de cambios con tres marchas
hacia delante y una hacia atrás. Su envergadura hacía que tuviera un
centro de gravedad bastante alto, algo que aumentaba el riesgo de que volcase en batalla y quedase a merced de los rifeños. Sin embargo, parece que no llegó a darse nunca esa situación.
También contaba con unas ruedas fabricadas en madera y rematadas con unos neumáticos de goma (algo usual en la época). Era, a su vez, bastante lento,
pues únicamente podía alcanzar los 18 kilómetros por hora (una
velocidad que es hoy en día superada por cualquier ciclista urbano).
Contaba, finalmente, con un blindaje total formado por chapas de acero
de entre 5 y 6 milímetros de grosor que permitían resistir sin
dificultades los balazos marroquíes.
Aceptable para una época en la que los carros de combate eran cosa de ciencia ficción (hubo que esperar hasta el inicio de la Primera Guerra Mundial cinco
años después para empezar a hablar de ellos), España encargó uno de
estos vehículos blindados a la casa «Schneider». «El 6 de noviembre de
1909 se firmó la autorización por parte de SM el rey Alfonso XIII para adquirir el que sería el primer vehículo blindado del Ejército Español», destacan los expertos españoles en su obra. El coste sería de 33.000 francos (unas 27.000 pesetas de entonces)
El autocar blindado llega a España
Meses después (el 20 de junio de 1910)
el «Schneider-Brillé» pisó España por primera vez, aunque con retraso.
La excusa que dieron los galos al ejército de nuestro país, deseoso de
recibir su nuevo «juguete», fue que habían encontrado varias
dificultades a la hora de ensamblarlo debido a que era el primer modelo
de esta clase que fabricaban. Con todo, entre «excusez-moi» y «pardon»,
el remodelado autobús llegó a Irún desafiante y dispuesto a enfrentarse hasta la extenuación a los rifeños.
El vehículo fue matriculado como «Artillería nº 15»
Una vez en la capital, nuestro protagonista llevó a cabo
varios viajes de prueba entre Madrid y Segovia (llegando incluso a
realizar trayectos campo a través). Además, en su nuevo hogar se le instalaron dos ametralladoras, pues los franceses lo habían entregado sin ningún armamento.
Actividad en Marruecos
Hechos los arreglos necesarios y preparados sus
conductores, el «Schneider-Brillé» partió en 1912 hacia el norte de
África dispuesto a insuflar pavor entre los lugareños. El 17 de enero
llegó a su destino y, apenas tres jornadas después, participó para alegría de los soldados en su primera misión: su traslado a Nador (una
ciudad ubicada a 16 kilómetros de Melilla). En viajes posteriores
demostró su utilidad ya que, además de actuar como transporte, los
militares que viajaban en su interior podían repartir con sus fusiles
cientos de balazos entre los nativos que trataran de asaltar el
vehículo.
Desgraciadamente, las peripecias de este vehículo se perdieron parcialmente una vez que llegó a su campamento. «Escasean las referencias posteriores
y lo poco que sabemos es que formó parte de una columna de vehículos
del Servicio de Sanidad a los que prestaba seguridad y que, el mes de
octubre, realizó un transporte de heridos. Sería empleado
fundamentalmente en tareas de escolta de convoyes, vigilancia y aprovisionamiento de las posiciones avanzadas», añaden los expertos españoles.
Lo que sí se conoce es su efectividad, la cual provocó que
España encargara en 1911 otro de estos autobuses blindados a la casa
«Schneider». No obstante, también quedaron patentes sus limitaciones,
entre las cuales se destacaba la imposibilidad de cargar en su parte
trasera a los 14 tripulantes que estipulaban los planos debido a las altas temperaturas de Marruecos.
Fuera como fuese, e independientemente de sus fallos, lo cierto es que
este vehículo puso la primera piedra de lo que, hoy en día son los
medios acorazados del Ejército Español.
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