Los bomberos mueren más jóvenes, el uso de equipos de trabajo contaminados, aumenta el cáncer
20 de junio de 2015
bomberopedia.com
La Sección Sindical de Bomberos del Ayuntamiento de Madrid ha iniciado un trabajo para trasladar al colectivo las evidencias científicas de que una descontaminación inexistente o inadecuada de los equipos de trabajo supone prolongar la exposición del personal al riesgo químico, aumentando la probabilidad de que contraigan distintos tipos de cáncer asociados a esas exposiciones.
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La Sección Sindical de Bomberos del Ayuntamiento de Madrid ha iniciado un trabajo para trasladar al colectivo las evidencias científicas de que una descontaminación inexistente o inadecuada de los equipos de trabajo supone prolongar la exposición del personal al riesgo químico, aumentando la probabilidad de que contraigan distintos tipos de cáncer asociados a esas exposiciones.
En el año 2012, la sección sindical del Ayuntamiento de Madrid creó un
grupo de trabajo de riesgos laborales y en noviembre de ese año
empezamos a reclamar al ayuntamiento que cumpliera con su obligación de
lavar y descontaminar la ropa y equipos de trabajo mediante un
procedimiento ordinario. Durante meses, los bomberos amontonaron la ropa
de trabajo, distinta a la ropa de fuego, en bolsas para que se
procediera a su limpieza. La situación se hizo insostenible, provocando
la denuncia ante Inspección de Trabajo. Al principio las respuestas de
la jefatura eran del tipo: 'Sí claro, hasta la ropa interior os vamos a
lavar', y no aceptaban los procedimientos propuestos desde el grupo de
trabajo, que eran similares a los de los compañeros de la Comunidad de
Madrid. Esto derivó en otra denuncia ante la Inspección de Trabajo, que
requirió a la Subdirección de Bomberos para que realizara un
procedimiento de limpieza y mantenimiento de los equipos.
Ganada la batalla, en la actualidad los bomberos del Ayuntamiento de
Madrid cuentan con el servicio de una empresa externa que realiza un
mantenimiento-chequeo anual a cada equipo de trabajo, además de la
descontaminación, cuando se ven afectados por algún contaminante químico
o biológico, pero el tratamiento aún descarta polos y camisetas usados
durante la guardia, que intentamos sean incluidos. Lo triste es que,
tras el esfuerzo realizado, solo un 30% de la plantilla hace uso de ese
procedimiento de limpieza, dada la falta de información sobre esa fuente
de riesgos y la nula campaña de sensibilización realizada por el
servicio, para evitar sus consecuencias. Sobre el asunto solo CCOO hace
charlas informativas en los parques.
Mayor mortalidad atribuible al trabajo
En 2005, la Organización Internacional contra el Cáncer (IARC) incluyó a
los bomberos en el grupo de riesgo 2B, dada la exposición en su trabajo
a compuestos químicos calificados como cancerígenos, entre los que
destacan el benceno, el benzopireno, el butadieno 1-3 y el formaldehído.
Reconoció igualmente una mayor frecuencia de tres tipos de cáncer entre
bomberos: linfoma de no-Hodgkin, cáncer de próstata y cáncer
testicular.
En 2006, la Universidad de Cincinnati recopiló datos de 32 estudios
publicados (sobre 110.000 bomberos) que analizaban el riesgo de 20 tipos
diferentes de cáncer, concluyendo que hay cánceres que son más
frecuentes entre bomberos y que existe un vínculo causa-efecto entre la
profesión de bombero y la probabilidad de contraer cáncer.
El cáncer es la amenaza menos reconocida y más peligrosa para los
bomberos.
Esta última afirmación se confirma con el hecho de que en
2001, durante los atentados del 11 de septiembre, murieron 343 bomberos
en las Torres Gemelas, pero posteriormente hasta el año 2012, un total
de 2.500 rescatistas de la zona cero habían contraído cáncer.
En 2014, un estudio realizado sobre 16.420 bomberos a lo largo de 45
años en cinco países escandinavos (Islandia, Finlandia, Noruega, Suecia y
Dinamarca) concluyó que la esperanza de vida de la población
escandinava es de 79,5 años, pero en el colectivo de bomberos esta se
sitúa en 71,77 años. En Bélgica se realizó este estudio sobre los
últimos 10 años y se observó el mismo patrón, mientras la esperanza de
vida de la población belga es de 77,62 años, para los bomberos es de
70,88 años.
Para profundizar en estos análisis, la Universidad de Bélgica realizó un
estudio con 100 bomberos, tomando muestras de orina antes y después de
las intervenciones. Tras la intervención se detectó un incremento en dos
sustancias: el benceno y el 1-hidroxipireno.
El benceno, además de
múltiples y graves efectos a corto plazo, es una sustancia carcinógena
para los seres humanos. El humo de los vehículos diésel también contiene
este hidrocarburo.
El 1-hidroxipireno es un indicador de la entrada en el organismo de los
hidrocarburos aromáticos policíclicos (PAH). Son un grupo de más de 100
sustancias químicas diferentes generadas en la combustión incompleta del
carbón, petróleo, gasolina, basuras y otras sustancias orgánicas. Se
encuentran generalmente como una mezcla de dos o más de estos
compuestos, tal como el hollín, clasificado por la IARC como cancerígeno
de tipo 1.
En las muestras de orina de los bomberos se observó que después de
intervenciones relacionadas con incendios se producía un incremento de
benceno del 37,5%, y un aumento de los PAH del 85,7%. Lo que no era tan
de esperar es que estos incrementos también eran notables, un 28,5% y un
68,8% respectivamente, cuando los bomberos habían intervenido en un
accidente de tráfico que nada tenía que ver con un incendio.
Los contaminantes en los equipos llegan hasta la piel
Los mismos investigadores belgas plantearon la hipótesis de que los
equipos de fuego contaminados al entrar en contacto con la piel podían
convertirse en el medio de transmisión de contaminantes al cuerpo. Para
demostrarla mantuvieron a 10 bomberos con el traje de fuego durante
cuatro horas sin salir a intervenciones. Tras estas cuatro horas, las
muestras de orina tomadas evidenciaron un aumento del 48% de benceno y
de los PAH. La conclusión era evidente: su hipótesis era cierta y los
equipos prolongaban el riesgo al que están expuestos los bomberos.
Esto también quedó demostrado por la empresa Centexbel, encargada de
analizar los trajes de fuego. Detectaron los contaminantes PAH y VOC
(volátiles de los componentes orgánicos) y confirmaron la vía de
contaminación a través de la piel. En el laboratorio fueron analizando
cada una de las capas de los trajes de fuego (tejido exterior, membrana,
capa térmica y forro).
Estos volátiles se fijan a cualquier prenda expuesta a un incendio y
aproximadamente a las 12 horas empiezan a desprenderse. Por tanto es
posible inhalarlas si, por ejemplo, entramos en un cuarto de chaquetones
donde se guarden esos equipos sin descontaminar, ni ventilar
adecuadamente.
¿Cuál es el mejor método de limpieza?
Un estudio de 25 métodos de limpieza muestra grandes diferencias entre
ellos. El lavado con agua a 60 ºC es el más extendido, pero como mucho
consigue la eliminación del 57% de los PAH. Es más barato que el lavado
con CO , pero acorta la vida útil de las prendas y en el desagüe se
arrastran los contaminantes a la red de saneamiento. El lavado con CO 2
es más efectivo, puesto que elimina hasta un 97% de los PAH; también es
más caro que el lavado con agua, pero se compensa con un mínimo
deterioro de los tejidos y una mayor eficacia en la descontaminación, lo
que aumenta los niveles de protección.
La pregunta es qué podemos hacer mientras mejoramos los métodos de
descontaminación y los procedimientos. En primer lugar, hay que plantear
que donde haya un procedimiento de limpieza y descontaminación es
imprescindible hacer uso de él, procurando introducir mejoras a través
de la participación de los trabajadores y la negociación colectiva.
Donde no existe ese procedimiento, lo mejor es empezar a proponerlo con
el apoyo de CCOO e incluir las mejores técnicas conocidas. Después de
intervenciones de fuego, el verdugo ignífugo se debe lavar con el resto
del equipo (nos protege puntos críticos como el cuello y la cabeza que
son vías de entrada al organismo) y, sobre todo, ducharnos después de
cada siniestro.
Es fundamental no llevar nunca a casa la ropa
contaminada para evitar riesgos a nuestra familia. Queda mucho por
hacer: cambios en la organización del trabajo, en las instalaciones, en
los métodos y la gestión de residuos…, pero nada será posible sin una
cultura preventiva.
*Carlos Sánchez Oliva, Carlos Javier García Blasco y José Alberto
López Costales son delegados de prevención de la Sección Sindical de
Bomberos del Ayuntamiento de Madrid
Fuente: http://www.porexperiencia.com/
Enlace:
Enlace: NACIDO PARA MORIR