De la timidez a la inhibición

03 de Mayo de 2014
Nota: rumbosdigital.com

Aquellas situaciones que nos paralizan, pueden esconder viejos temores y dudas.


Cuando tengo que dar un examen me duele el estómago, se me pone la mente en blanco, me tiembla la voz, me contracturo. A veces prefiero no presentarme, es un drama”. Otro ejemplo: “Cuando conozco a alguien que me interesa, no puedo acercarme, me da mucha vergüenza, no sé qué decir, se me cruza por la cabeza todo lo que podría pensar de mí, tengo palpitaciones…”.

Los motivos de consulta son diversos. De pronto aparece una situación que pone en evidencia un cúmulo de síntomas que imposibilitan la vida social, conseguir un trabajo, dar un examen, disfrutar de una vida amorosa, tener momentos de esparcimiento con otros. Se manifiesta lo que se denomina timidez o inhibición. Algo que a lo largo de la vida parecía una simple característica de personalidad, se transforma en un síntoma discapacitante que contamina el hacer de todos los días. 


¿Qué le ocurre al que lo padece? 
Se produce un conflicto de la voluntad que no es algo necesariamente patológico hasta que aparece algo que impide o suspende una acción que se quiere realizar. Surge la incomodidad. No hay armonía entre la razón y la emoción, lo cual puede producir pérdida de oportunidades de todo tipo. En el mundo del tímido, la mirada de los demás cobra una importancia máxima, y en un punto se percibe la sensación de estar permanentemente juzgado por los demás. Esto produce un gran sentimiento de vulnerabilidad, se pierde autonomía y cae la autoestima.

Como aproximación a sus causas, se puede pensar la inhibición en relación al sentimiento de angustia. ¿Cómo? Se renuncia a una función o acción como precaución, ya que a raíz de la realización de la misma se desarrollará angustia. No es algo de lo que se tenga plena conciencia.

Cada etapa del desarrollo humano tiene adscripta la condición de angustia, es una forma de defenderse, es consecuencia de las separaciones y pérdidas de objetos afectivos desde el nacimiento, destete, etc., en adelante. Crecer, madurar, produce cierto dolor psíquico. Cuando aparecen dificultades para simbolizar cada una de las separaciones necesarias y normales en el desarrollo, surgen los síntomas que denuncian que algo no ha sido tramitado adecuadamente. El síntoma nos dice que es angustia que produce angustia. Lo que se siente es sumamente paralizante. Entonces reflexionando sobre este tema, aparece algo importante para interrogarse: ¿Cuánto más desarrollo personal se podría alcanzar si atendiera estas dudas, temores, inhibiciones? Acaso sin este padecimiento no podría pasarlo mejor, alcanzar otras metas?


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