Argentina, 13 de Marzo de 2013
Diario San Rafael
Los grandes medios de los Estados Unidos lo
bautizaron "Lady Killer" (asesino de damas), pero no lo podían
identificar porque cambiaba de nombres, de aspecto y se mudaba de
ciudad. Finalmente no lo encontraron, sino que él se entregó cuando
quiso. Se llamaba Ricardo Silvio Caputo y era mendocino. La historia,
narrada por el periodista Paulo Kablan, fue publicada en el sitio
“minutouno.com”.
A Caputo, en Mendoza, le decían "Caíto" y vivió en Argentina hasta los
19 años, cuando decidió viajar a New York a probar suerte a comienzos de
la década del '70.
En Estados Unidos consiguió dos trabajos, en un hotel y en una pensión
de Nueva York, donde conoció a quien sería su primera víctima: Natalie
Brown, de 19 años.
En julio de 1971, Natalie ya no quería seguir la relación con Ricardo.
En la casa de ella, Caputo comenzó a ver imágenes de colores, escuchar
voces y sentir ganas de matar. A la chica la acuchilló y la estranguló.
Luego del crimen, fue hasta un local cercano y llamó a la Policía:
"Acabo de matar a mi novia", confesó.
En ese primer juicio, lo declararon inimputable.
Dijeron que era esquizofrénico, aunque en el segundo juicio la
conclusión sería otra: un psicópata manipulador que podía simular ser un
enfermo psiquiátrico. Pero en 1971 dijeron que estaba loco, y lo
enviaron a un hospital, en la ciudad de Beacon, donde estuvo hasta 1973,
cuando una joven psicóloga llamada Judy Becker (26) consiguió que lo
trasladaran a otro centro con un régimen más flexible.
La psicóloga y Ricardo comenzaron a salir y ella, incluso, lo llevó a su
casa y lo presentó a sus padres. No dijo que era su paciente.
En el juicio que se realizaría 20 años después,
Caputo confesaría que Judy "no me quería, me daba cuenta". En octubre
de 1974, el mendocino fue a la casa de su novia y, luego de darle una
brutal paliza, la ahorcó con una media. Se trataba de la segunda víctima
inocente de un despiadado asesino que mataba a mujeres a las que, poco
antes, les había jurado amor eterno.
Tras el crimen, que por entonces tuvo una importante cobertura en los
diarios estadounidenses, Caputo tomó un colectivo y viajó a California,
en la costa Oeste, para radicarse en San Francisco. Vivía en una pensión
y se ganaba la vida en la calle haciendo retratos con lápiz. Allí
consiguió documentación falsa y se hacía llamar Ricardo Donoguier, una
de sus 17 identidades apócrifas.
Ricardo conoció a Bárbara Taylor, que era documentalista. La conquistó y
se fueron a vivir juntos. Pero un año después, la relación comenzó a
resquebrajarse, por lo que él se marchó, con la ayuda de su novia, a
trabajar un tiempo en Hawaii. Fue mozo de un bar de Honolulu. Conoció a
varias chicas, a quienes conquistaba con su simpatía y cultura.
Pero en marzo de 1975 tuvo que huir de la isla. Habría intentado matar a
una joven, quien se salvó pese a recibir una brutal golpiza. Caputo,
con identidad falsa, regresó a California y fue a buscar nuevamente a
Bárbara.
Bárbara Taylor tuvo una muerte horrorosa. Le
destrozó la cabeza con el taco de una bota texana. "Lady Killer" había
vuelto a atacar y, una vez más, los diarios informaban sobre el serial
que para entonces buscaba el FBI y era considerado uno de los prófugos
más peligrosos de los Estados Unidos.
Ricardo Martínez Díaz fue el nombre que utilizó Caputo cuando escapó a
México. En el DF tuvo varios romances, hasta que conoció a Laura Gómez,
una joven estudiante de 23 años hija de un poderoso empresario del
transporte.
En junio de 1977, Laura tenía los días contados. Ella quería casarse con
Ricardo, quien años después le contaría a una escritora estadounidense
que publicó un libro sobre el caso que "no podía decirle que era un
asesino, no podía casarme con ella". El cadáver de la joven fue
encontrado con huellas de haber sido quemada con cigarrillos y de haber
recibido golpes de puño. Luego de la tortura, el homicida le destrozó
el cráneo con un hierro. En la autopsia se descubriría que Laura estaba
embarazada.
Caputo, para escapar de un encierro seguro, ingresó nuevamente a los
Estados Unidos y, con otro nombre, se radicó en Los Ángeles. Allí
conquistó a una cubana llamada Felicia, con quien se casó, tuvo dos
hijos y vivió hasta 1984. La mujer, misteriosamente, desapareció. Se
sospechó, aunque nunca se pudo probar, que pudo haber sido otra víctima
del serial.
Roberto Domínguez fue el nombre que utilizó a
partir de ese momento. La historia cuenta que se mudó a Guadalajara, en
México, donde conoció a Susana, una joven estudiante con la que se casó y
se marchó a Chicago. Con esa mujer tuvo otros cuatro hijos y fue la
única que nunca fue agredida por Caputo, según ella misma declaró.
Tampoco sabía la verdad hasta que, en 1994, Ricardo regresó a Mendoza,
le contó a sus familiares lo que había hecho y acordó entregarse en los
Estados Unidos para pagar sus culpas. Decía que había vuelto a sentir
ganas de matar.
En marzo de 1994, Caputo llegó a Nueva York. Allí relató su historia al
canal ABC, para luego quedar inmediatamente detenido. Confesó haber
matado a sus cuatro novias, negó haber tenido alguna relación con la
desaparición de su ex mujer y no reconoció haber asesinado a otras dos
mujeres más, tal como hasta hoy se sospecha.
Condenado, Caputo fue enviado a la cárcel de Attica, cerca de la
frontera con Canadá, donde falleció de un ataque cardíaco mientras
jugaba un partido de básquet en 1997, cuando tenía 48 años.
Enlace:
http://www.diariosanrafael.com.ar/108876#.UTy9NIaql8E
http://www.losandes.com.ar/notas/2011/7/31/prefirio-entregarse-antes-volver-asesinar-584144.asp
http://www.letrap.com.ar/blog/2012/01/10/%E2%80%9Clady-killer%E2%80%9D-el-serial-argentino-que-mato-en-estados-unidos/
http://escritoconsangre1.blogspot.com.ar/2011/01/asesinos-en-serie-serial-killers.html