08 de Diciembre de 2012
Diario Los Andes
Tras un accidente fatal o un homicidio, un grupo del Ministerio de Seguridad es el encargado de comunicar la muerte de una persona a sus allegados y parientes directos.
Enterarse de la partida de un familiar es una situación traumática,
invadida por el dolor y la desesperanza, ya sea que la muerte lo haya
encontrado en un accidente, en un homicidio, o si la víctima tomó la
decisión de terminar con su vida. Comunicar esa noticia es también un
delicado proceso.
A eso se dedican los miembros de "Asistencia a las Víctimas" del
Ministerio de Seguridad, policías y hasta los médicos que asisten a
quienes, por diversas circunstancias, pierden la vida.
Una vez ocurrido el hecho, el proceso es más o menos el mismo, aunque
puede variar dependiendo del panorama con que se encuentren los miembros
de los servicios de emergencias.
Ya en el lugar, el oficial a cargo del operativo evalúa quién de sus
efectivos está capacitado para informar a la familia de la víctima las
malas noticias. En otras ocasiones, los familiares se enteran a través
del llamado de un médico, de personal de Asistencia a las Víctimas o
incluso de los medios de comunicación.
"Lo primero que se hace es buscar los documentos de la víctima, con
presencia de testigos, una vez que está Criminalística en el lugar.
Entonces se llama al familiar del número que figura, por ejemplo, en la
licencia de conducir", explica un policía mendocino consultado por Los
Andes.
El encargado de dar la triste noticia deberá ser sensible y tratar de
contener al familiar con el que esté hablando. Generalmente no se
comunica directamente que la persona ha muerto sino que se pide al
familiar que se acerque a una comisaría, al lugar del hecho o
directamente al Cuerpo Médico Forense.
"Mire, le llamamos porque 'tal persona' ha tenido un accidente en 'tal
lugar'. Por favor arrímese a la comisaría 'tanto'. Por este medio no
puedo informarle más". Palabras más, palabras menos, esa es la
comunicación que se establece con el familiar de una víctima fatal,
según cuenta el sargento consultado, que prefiere no revelar su
identidad.
Parte del procedimiento es tratar de ubicar a familiares indirectos de
las víctimas para que sean ellos los que "acompañen" a los efectivos a
informarle a la familia directa lo que ha ocurrido.
"Es difícil comunicar esas cosas. Comúnmente no se lo decís a un
familiar directo. Vas analizando en qué circunstancias murió la víctima,
su edad, etcétera, y con esos datos tratás de comunicarlo para que el
impacto de la noticia sea lo más leve posible. Son situaciones
totalmente desagradables. Lo que te mata es cuando hay niños fallecidos:
te parte el corazón y no te olvidás más", detalla el uniformado.
Otra de las opciones con que cuenta el Ministerio de Seguridad para dar
las peores noticias es la guardia de Asistencia a las Víctimas, a
quienes se notifica a través del Centro Estratégico de Operaciones
(CEO). Su misión es aliviar la complicada situación que atraviesan los
familiares al tener que afrontar las consecuencias emocionales y físicas
de esas pérdidas de vidas.
"El personal de Asistencia a las Víctimas aborda a la familia y le da la
noticia en forma delicada, tratando de no empeorar la situación, y
ponen a disposición el mecanismo de servicios. Este incluye desde apoyo
psicológico hasta ayuda económica para conseguir, por ejemplo, un
féretro en la Municipalidad correspondiente", explica el subsecretario
de Relaciones con la Comunidad, Alejandro Gil.
Por su parte, la directora de Participación Comunitaria del Ministerio
de Seguridad, Marcela Gómez, señala: "En el área de Asistencia hay
profesionales -psicólogos, trabajadores sociales, abogados y operadores-
capacitados para la atención. El 90 por ciento del personal es policía.
Nosotros asistimos a toda víctima de delito".
"Cuando se llega al lugar del hecho es tan variable que no hay una forma
de abordar el caso. Depende del contexto y las circunstancias: si es
víctima de abuso, de robo, de accidente. Entonces se busca dar con un
familiar que no sea directo para que nos acompañe en el momento de dar
la noticia. La noticia es fatal y siempre es terrible pero se tiene que
dar, aunque tratamos de hacer que sea lo más leve posible", agrega
Gómez.
Una vez comunicada la novedad del fallecimiento, sigue el acompañamiento
a quienes perdieron a un ser querido. "Según la situación, hacemos un
acompañamiento hasta que se deriva al familiar, si hay que hacer un
seguimiento psicológico. Los primeros encuentros psicológicos se hacen
en el Ministerio y, si es más prolongado, se deriva", explica la
funcionaria.
Al acompañamiento psicológico se le puede sumar una ayuda económica, en
caso de que la familia no posea suficientes recursos. "A veces se brinda
ayuda económica que es mínima desde el Ministerio de Seguridad y si no,
gestionamos subsidios con otros ministerios. Por ejemplo, si hay que
cubrir un sepelio, se trabaja con el de Desarrollo Social", detalla
Gómez.
Cuando la asistencia no llega
A la primera etapa del duelo tras la muerte de un ser querido se la
denomina "shock" y sobreviene minutos después de recibir la noticia del
fallecimiento. Esta fase puede durar algunos días y está caracterizada
por la negación, el aturdimiento y el insomnio.
Luego sobrevienen los pensamientos y recuerdos sobre la persona que ya
no está. El llanto, la rabia y las acusaciones son característicos de
esta etapa del duelo. En tercer lugar aparece la desesperanza y hasta la
depresión en algunos casos. Por último, se llega a un cuarto nivel que
es el de reorganización, donde la persona asume los hechos e intenta
seguir adelante con su vida, asumiendo la muerte del familiar.
Para acompañar a quienes quedan en vida después de trágicos sucesos se
supone que existe un aceitado mecanismo de asistencia, tal como detallan
los funcionarios de Seguridad. En los hechos ese mecanismo no siempre
se activa o no funciona correctamente.
El 24 de junio del año pasado, alrededor de las 6, el conductor de un VW
Gol que venía de bailar con un grupo de amigos perdió el control del
vehículo, siguió de largo en una curva y se estrelló contra un árbol en
la calle Bandera de los Andes, a la altura del barrio Santa Ana.
Como consecuencia del impacto, tres mujeres y un hombre murieron en el acto, todos ellos de entre 19 y 20 años.
Otro muchacho moriría horas después. Una de las víctimas fatales era Vanina López (20).
"Enterarme del accidente fue tremendo porque fue todo intuición. Yo me
enteré por mi esposa Alejandra que iba yendo a la universidad y se
enteró por la radio. Por el horario supuso que podía ser Vanina y lo
sintió en el corazón", recuerda Omar López, el padre de la joven
fallecida.
"Fue algo espantoso. Empezó a llorar y me llamó por teléfono. Me dijo
que había un accidente con chicas muertas en tal lugar y me pidió que
fuera".
"Nosotros no fuimos contenidos en ningún momento. Hasta el día de hoy no
hemos sido contenidos por la Policía. Cuando estábamos en la morgue fue
una gente de Asistencia a las Víctimas y hablaron con compañeros de
trabajo míos que estaban conteniéndonos. Cuando se fueron, quedaron en
llamarme pero nunca aparecieron", relata el hombre que junto a su mujer
Alejandra protagonizaron un spot de la campaña de concientización "Vida y
vuelta".
Y concluye: "Con mi señora creemos que haría falta algún sistema de
contención. Es raro porque calculo que uno no debería andar pidiendo
ayuda. Uno necesita una asistencia porque llega un momento en que sentís
que te estás volviendo loco".
López y su esposa tuvieron que buscar otras alternativas para poder
sobrellevar el dolor y encontraron apoyo en "Renacer", un grupo de ayuda
mutua entre familiares de víctimas. "Ahí voy seguido, sobre todo cuando
estoy muy hecho pelota", cuenta.
A las 7 del sábado 30 de octubre de 2010, Tomás Trossero
(19)
se bajó de un colectivo en Sáenz Peña y Guiñazú de Luján. Había estado
con sus amigos en un recital en el Centro y volvía a su casa. Pasó por
detrás del micro con la intención de cruzar la calle y fue atropellado
por un Chevrolet Astra.
El conductor del vehículo sobrepasó a un Ford Ka y -en contramano, con
las luces apagadas y ebrio- atropelló al chico pero nunca se detuvo.
Tomás "voló" cuatro metros y cayó en el cordón de la acequia. Seis horas
después dejaba de existir.
"Me avisaron a las 9 de la mañana en mi casa. La policía que me contactó
no me quería decir qué había pasado. Ella fue cuidadosa y trató de
contenerme. 'Decime cómo está', le pedí. 'Está mal' me respondió",
recuerda aún angustiado Augusto Trossero, el padre de Tomás.
El hombre asegura que ni él ni su familia recibieron asistencia o apoyo
psicológico: "Nada, nada en absoluto. Las garantías son para los
asesinos no para las víctimas. Cuando el tipo estaba en 'el hoyo'
(preso) le daban calmantes y nosotros estábamos reventándonos la cabeza
contra la pared", revive.
Y agrega: "El mecanismo de por sí es un desastre. El sistema de
ambulancias es un desastre. Inclusive tenés que pagar vos un psicólogo.
Una vez que perdiste un hijo nada es parecido a eso, no existe
definición para un padre que pierde un hijo. Deberían estar ahí para
apoyar y ayudar".
Enlace;
http://www.losandes.com.ar/notas/2012/12/3/especializados-peor-noticia-familiares-683466.asp
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