Nota: naxio.com
La insatisfacción es un estado emocional que puede, en ciertos casos, movilizar el talento creativo del artista, del profesional, del comerciante y de todos aquellos que aspiran a salir del estado actual en que se encuentran.
Conscientemente advertida, la insatisfacción es un recurso que genera motivación y estímulo, por lo que no es de extrañar que se convierta en un auxiliar y en una fuerza emocional que podría impulsar al éxito. El problema surge cuando la insatisfacción se convierte en una fuerza emocional crónica que anula la lucidez mental y la capacidad de acción en virtud del inmovilismo que genera en una voluntad sin motivación.
En nuestro historial psico-emocional y cognitivo, seguramente encontraremos situaciones y vivencias que nos condujeron a perder la fuerza y el vigor para encarar proyectos por haber sido víctimas de la insatisfacción crónica. A diferencia de la insatisfacción creativa, la insatisfacción crónica busca a la queja y al lamento como aliados permanentes. En ese estado, la mente queda a oscuras y no puede generar el estímulo para mover la voluntad a la acción constructiva. Ello va tejiendo una red de insatisfacciones que la propia víctima la percibe como una red de fracasos que lo mantendrá aprisionado hasta que aprenda a decidir algo nuevo que oxigene y libere su vida de semejante opresión.
Tal percepción llega a ser inevitable si tenemos en cuenta que provenimos de una cultura que siempre hizo hincapié en la caída y no en la capacidad para levantarse, que preparó a la gente para escuchar más el ruido del árbol que cae que el silencio del bosque que crece. Por eso, ante las caídas y tropiezos, quedamos inmovilizados en el dolor de sus consecuencias, emitiendo quejas y lamentos. En lugar de pensar en otras proyecciones y oportunidades de aprendizaje ante el supuesto fracaso, el sujeto queda enclaustrado en una insatisfacción crónica que arrincona el talento en medio de las nubes mentales del pesimismo y el desgano.
Si observamos atentamente, tales estados emocionales conforman modelos mentales que actualmente aquejan al conjunto de la sociedad a través de las limitaciones que impiden a los individuos resolver con autonomía sus bloqueos personales y sus inhibiciones. De allí que el componente cognitivo de la insatisfacción crónica y de la pérdida de la propia estima, se podrá resolver a través de un cambio de paradigmas, de un nuevo modo de pensar y sentir y de un compromiso con la propia superación y mejora personal.
Pero también ha de exigir, en beneficio de las jóvenes generaciones, que la educación en el plano familiar y escolar contemplen una didáctica generadora de estímulos para aprender y para lograr confianza en la propia capacidad. Ello constituye el cimiento y la piedra basal para construir, desde la máxima pedagógica del conócete a ti mismo, una personalidad que no claudique ni se debilite ante la irrupción del sufrimiento, la desorientación y la adversidad.
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