14 de Julio de 2015
losandes.com
La carta del psicólogo español que se hizo viral, un padre reflexionó sobre los roles del hombre y la mujer en la familia. Dice que él no puede "ayudar" en lo que son sus responsabilidades.
El psicólogo español Alberto Soler Sarrió publicó en su blog personal una carta con un título bastante polémico: “Yo no ayudo a mi mujer con los niños ni con las tareas de la casa”.
Sin embargo, lo que aparenta ser una muestra de machismo es un
llamado a la reflexión que corre como reguero de pólvora por las redes
sociales.
El disparador que llevó a Soler Sarrió a escribir el
artículo fue la frase de dos señoras con la que se encontró en la fila
del supermercado. Él llevaba a sus hijos y ellas concluyeron en que "hay
que ver lo que ayudan ahora los hombres a sus mujeres con los niños”.
En ese momento el psicólogo dejó pasar la situación y no polemizó con
la mujer. Luego escribió su postura sobre los roles que ocupan en la
familia los hombres y las mujeres.
“No, yo no ayudo a mi mujer con los niños porque no puedo ayudar a
alguien con algo que es mi entera responsabilidad. Los hijos, al igual
que las tareas domésticas, no son el patrimonio de nadie: ni pertenecen a
la mujer ni pertenecen al hombre. Son responsabilidad de ambos”,
escribió Soler Sarrió.
Y continuó: “Por este motivo me llega a ofender cuando, de modo muy
bienintencionado (soy consciente) me halagan con 'lo mucho que ayudo a
mi mujer'. Como si no fueran mis hijos o no fuera mi responsabilidad”,
escribió.
La reflexión fue publicada el viernes y en menos de 24 horas fue compartida 10 mil veces en Facebook y otro tanto en Twitter.
La publicación completa:
"Esta mañana he ido de paseo y al supermercado con los niños (ya
tienen 15 meses, están para comérselos, ¡de verdad!). En la cola, se me
ponen a hablar un par de señoras, y las dos concluyen lo mismo: “hi ha
que veure, lo que ajuden ara els homens a les seues dones amb els
fills” (“hay que ver lo que ayudan ahora los hombres a sus mujeres con
los hijos”). Ésta es una de esas situaciones que me encantan para poder
provocar un poco y sacar mi lado más feminista. Pero hoy se hacía tarde
para comer y me he limitado a sonreír, agradecer y seguir a casa.
¿Que qué le habría dicho a estas señoras? Probablemente, como en
otras ocasiones, les habría respondido con un “disculpe señora, pero no,
ni ayudo ni pienso ayudar a mi mujer con los hijos”. Y pasaría a
explicarle cuál es mi punto de vista al respecto.
Antes de tener hijos yo nunca he sido de esas parejas o maridos
que ayudan a su mujer con las tareas de casa. Pero es que mi mujer
tampoco me ha ayudado nunca. Y cuando llegaron los hijos las cosas
siguieron más o menos igual: ni le he ayudado con la casa ni ahora con
los hijos. Habrá alguno que aún no haya pillado de qué va la cosa y esté
pensando maravillas sobre mí y apiadándose de mi mujer (¡pobrecita,
menudo le ha tocado!). No, yo no ayudo a mi mujer con los niños
porque no puedo ayudar a alguien con algo que es mi entera
responsabilidad.
Los hijos, al igual que las tareas domésticas, no son el
patrimonio de nadie: ni pertenecen a la mujer ni pertenecen al hombre.
Son responsabilidad de ambos. Por este motivo me llega a ofender cuando,
de modo muy bienintencionado (soy consciente) me halagan con “lo mucho
que ayudo a mi mujer”. Como si no fueran mis hijos o no fuera mi
responsabilidad. Hago, con mucho esfuerzo y mucho gusto ni más ni menos
que aquello que me corresponde. Al igual que mi mujer. Y por mucho que
me esfuerce nunca podré llegar a hacer tanto y tan bien como hace ella.
¿Por qué tenemos esta visión de las responsabilidades?
Tenemos aún en la mente un modelo de familia patriarcal en el que
hay un reparto de tareas muy bien definido: el hombre es el proveedor
de recursos, la mujer la gestora del hogar (ahí se incluyen los hijos).
Sin embargo la sociedad ha cambiado profundamente en las últimas décadas
(afortunadamente) y este reparto de papeles ha pasado en muchos casos a
la historia. La mujer hoy en día, aunque sigue profundamente
discriminada socialmente (no hay más que ver la diferencia en salarios u
oportunidades de promoción laboral) es el agente de su propio
desarrollo, tiene la capacidad de desarrollar una carrera profesional en
los mismos ámbitos que un hombre y, si decide dedicarse al cuidado de
los hijos es, en la mayoría de los casos, por una elección personal, y
no por falta de oportunidades o derechos sociales.
En un momento en el que tenemos esta igualdad de roles entre
hombre y mujer, asumir de facto que los hijos son responsabilidad de
ellas es un vestigio del pasado. Hoy en día hombre y mujer se reparten
(o deberían hacerlo) de modo equilibrado aquellas tareas que les atañen a
ambos, como la casa y los hijos. ¿Y qué es “de modo equilibrado”? Ese
equilibrio no implica en (casi) ningún caso un reparto 50-50, sino más
bien una adaptación flexible entre la disponibilidad de los miembros de
la familia y las tareas que se requieren. Pensemos por ejemplo, qué
injusto sería un reparto de tareas 50-50 en un caso en el que la mujer
llegara a casa a las 20:00 después de 12 horas de trabajo, y su pareja
llevara desde mediodía en casa. Un reparto “mitad tú, mitad yo” sería
tremendamente injusto. E igual a la inversa.
Los hijos implican dar un paso más allá en esta flexibilidad y
suponen un importante test de compenetración y trabajo de equipo en la
pareja (y cuando vienen a pares como en nuestro caso, más todavía). Ya
hablé hace tiempo sobre el papel del padre durante la lactancia, ya que
parece que muchos padres se sienten perdidos durante esta etapa pensando
que la mujer es la única que puede hacer algo por el niño. Ni mucho
menos. Pero conforme crecen los niños el papel que juega el padre crece
más si cabe.
¿Cuáles son las tareas propias del padre y cuáles las de la madre?
Bueno, pues más allá de ser la madre (por obvios motivos) la
encargada de la teta, el resto de las casi innumerables tareas
relacionadas con los hijos no son patrimonio exclusivo de nadie, son
total y absolutamente intercambiables entre padre y madre en función de
las circunstancias, preferencias (de ellos o de los hijos -hoy quiero
que me duerma la mami/el papi-) o habilidades de cada uno.
Un buen reparto de esas tareas es el que es equilibrado, justo,
que no genera conflicto y que permite un desarrollo armonioso de la
rutina doméstica.
¿Qué modelo quiero transmitir a mis hijos?
Quiero que mis hijos crezcan sin saber si planchar es cosa de
hombres o de mujeres. Que no sepan si los baños son cosa de su padre o
de su madre. Que no asocien la cocina con el feudo de nadie, ni tampoco
la aspiradora, doblar ropa u ordenar los armarios. Que acudan con más o
menos igual frecuencia a uno o a otro para dormir, para contar sus
confidencias, para jugar o para enfadarse. Que no haya un “jefe” de la
casa sino que todos convivimos del modo más feliz posible.
Así que no, señora, yo no ayudo a mi mujer con los niños. Tampoco
con la casa. Estoy con ellos en el supermercado y les paseo porque son
mis hijos y me acompañan allá donde voy. Les cambio los pañales, les
baño, les llevo al parque o les preparo la comida no por ayudar a mi
mujer, sino porque son mis hijos, son mi responsabilidad y quiero que
crezcan con un modelo de familia y de reparto de tareas diferente a
aquel que Ud. y yo hemos tenido".
Enlace:
http://www.losandes.com.ar/noticia/-yo-no-ayudo-a-mi-mujer-con-los-ninos-ni-en-la-casa-la-carta-del-psicologo-espanol-de-la-que-todos-hablan-853189