Chile 05 de Mayo de 2014
Nota: elpais.com
El incendio de Valparaíso, a 120 kilómetros de Santiago de Chile, arrasó entre el sábado y el miércoles pasado con 2.900 viviendas, más de 970 hectáreas y provocó la muerte de 15 personas. La catástrofe se pudo controlar recién después de cuatro días, por el viento y la difícil topografía, y también dejó unas 12.500 vidas rotas, los damnificados.
Fue la mayor tragedia de la historia de la ciudad portuaria, según reconoció la presidenta, Michelle Bachelet,
y reavivó una discusión que cada cierto tiempo se destapa en el país
sudamericano: los 40.000 bomberos chilenos, que son voluntarios, no se
dedican plenamente, y pese a ello se encuentran entre los mejores de Latinoamérica,
¿deberían recibir un sueldo?“De ninguna manera, porque es parte de la
cultura cívica nacional”, contesta Miguel Reyes, presidente de Bomberos
de Chile, que está en completo desacuerdo con Susana Fuentez, la
promotora de Naciones Unidas que sugirió esta semana en Chile que
deberían ser asalariados.
La posición de Reyes es unánime entre sus
colegas: no quieren dinero. “Trabajamos hace 161 años en forma
voluntaria y gratuita, sin costo para la comunidad, basados en
principios de fraternidad, humanidad y solidaridad”, explica. “Y no
queremos que nos ocurra lo que los médicos que, aunque deben tener
vocación, algunos terminan privilegiando su sueldo. Nosotros estamos
dispuestos hasta entregar la vida y todo esto no significa que no nos
profesionalicemos”.
La Organización de Bomberos Americanos informa que
los chilenos y los peruanos son los únicos totalmente voluntarios de la
región. También existen los que son absolutamente pagados, como el caso
uruguayo, panameño y cubano. La mayor cantidad, sin embargo, son
sistemas mixtos y el grado de voluntariedad depende de cada país: en
Argentina llega al 80%, en México y en Venezuela al 50% y en Brasil al
10%. Pero el argentino Carlos Ferlise, presidente de la organización,
resalta la excelencia de sus compañeros chilenos: “Bomberos de toda
región llegan hasta Chile para formarse, ya que posee el centro de
entrenamiento más completo de Latinoamérica”.
El dirigente informa que
“son muy disciplinados internamente y tienen el mayor compromiso hacia
las comunidades. Son muy valorados y el Estado financia desde hace
décadas, como ningún otro en Latinoamérica, la compra de equipamiento de
excelencia”. El Estado, en efecto, los financia en un 55%, lo que se
invierte en implementos, tecnología e infraestructura. El resto se
consigue a través de las subvenciones de las municipalidades locales y
de la propia colaboración de los bomberos: “Pagamos por servir. Cada uno
debe pagar mensualmente las cuotas que su compañía ha establecido y, si
no lo hace, corre el riesgo de expulsión”, explica Reyes.
También
consiguen recursos a través de mecanismos ingeniosos, como las rifas. En
este país no es extraño encontrarse en los semáforos a bomberos
vestidos de uniforme que realizan colectas para funcionar, una práctica
que no le agrada al Presidente de Bomberos de Chile, que se enroló a la
institución en 1966, a los 22 años. Miguel Aguilar Alveal tiene 41, es
bombero y chileno, aunque dice que también tiene nacionalidad española:
su padre emigró desde Zaragoza en los años 50, aunque él no ha logrado
conocer España. El hombre es humilde: es comerciante y vende caramelos
en los negocios pequeños de los 42 cerros de Valparaíso, su ciudad, pero
su vocación verdadera es apagar llamas gratuitamente.
Lo demostró el
sábado 12 de abril cuando comenzó el fuego e intentó sin éxito llegar
hasta su vivienda, en el cerro Las Cañas, uno de los once afectados.
“Era imposible, estaba todo lleno de gente. Supe de inmediato que mi
casa se había quemado por completo. Estaba todo destruido”. Y usted,
¿qué hizo? “Me fui al cuartel a trabajar”. Fue uno de los 1.300 bomberos
que controlaron el gigantesco incendio.El bombero tenía razón: de su
casa no quedó nada. Ni muebles, ni ropa ni recuerdos, lo que más siente.
Su esposa y sus hijos —una de ellas de apenas dos meses— no fueron los
únicos de su familia que resultaron damnificados: en el mismo cerro
vivían cerca de 124 parientes repartidos en 15 viviendas, que también se
quedaron en la calle.
“Parecía que hubiesen tirado una bomba”, señala
Aguilar, mientras ayuda a retirar los escombros de la vivienda de otro
de los nueve bomberos de Valparaíso que lo perdieron todo y, pese a
ello, siguieron intentando controlar las llamas. Pese al desastre
personal tan reciente, Aguilar tampoco piensa que los bomberos deban
recibir una remuneración: “No, no y no. Estoy en esta institución desde
los 18 años y entré por vocación. Eso se perdería si este trabajo fuera
pagado; entraría gente por amor al dinero”.
Los bomberos chilenos son los
más antiguos de la región y nunca en su historia han sido asalariados.
Los primeros se constituyeron en 1851, justamente en Valparaíso, que
desde siempre ha sido un lugar de incendios. De los 40.000 voluntarios,
5.500 son mujeres, y están repartidos en 1.100 compañías a lo largo de
este país extenso. Todos tienen trabajos paralelos que les permiten
vivir, realizan turnos y deben acudir a sus cuarteles si sienten el
llamado de sus alarmas personales o las sirenas de su comunidad. La
mayoría tiene entre 31 y 65 años y algunos comienzan a formarse desde
pequeños: desde hace algunos años existen las brigadas juveniles, donde
los adolescentes entre los 14 y los 17 estudian para salir a la calle
una vez que cumplen la mayoría de edad, a los 18.
El camino para
convertirse en bombero en Chile no es fácil: antes de participar en el
control de un incendio, durante un año los postulantes son educados en
las compañías. Luego viene un período de formación de un año en un
centro de entrenamiento, a 47 kilómetros de Santiago, y diversos cursos
de especialización. Pese a que el proceso es largo, la cantidad de
voluntarios ha crecido considerablemente desde 2010, el año del
terremoto que destruyó del sur de Chile y el accidente de los 33 mineros
en el norte: 7.000 hombres y mujeres decidieron enrolarse luego de esas
desgracias.
“Probablemente después del incendio en Valparaíso tendremos
más voluntarios”, señala Miguel Reyes. Bomberos de Chile es una de las
instituciones más valoradas por la ciudadanía: de acuerdo a una encuesta
de 2013 de la Universidad Católica Raúl Silva Henríquez, los chilenos
pobres que residen en Santiago la consideran la institución más proba y
menos corrupta.
Enlace:
http://internacional.elpais.com/internacional/2014/04/25/actualidad/1398382095_268393.html
No hay comentarios.:
Publicar un comentario