29 de Julio de 2013
Diario UNO Mendoza
Cuando nos sentimos sobrepasados en lo que aceptamos, nos quedan sólo dos caminos a seguir. ¿Cómo elegir?
Las reacciones posteriores al cruzar nuestro límite de tolerancia,
son variadas y diversas, y pueden incluso estimularnos a concretar
acciones que luego de consumadas, nos hagan sentir arrepentidos.
Podemos descubrir a diario que cada quién maneja variables
propias para medir su tolerancia, planteando diversas técnicas o
pensamientos sobre como desanudar el así llamado “punto límite”
personal.
En este sentido afirmamos sin temor a equivocarnos que la tolerancia no
soporta medición general, y es a partir de aquí que te comparto
esta mirada, al respecto de su frontera final.
Esta conducta de respeto hacia lo diferente es propia del ser
humano, viene incorporada en nuestra memoria colectiva social, como el
soporte necesario para un desenvolvimiento comunitario en equilibro.
Tomamos conciencia de que es parte de nuestro aprendizaje de vida.
A través de ella nos confrontamos con pertenencias extrañas; este
choque de personalidades nos abre un interrogante y nos coloca ante un
desafío: ¿qué hacemos frente a aquello que no compartimos en
pensamiento, sentimiento o creencia?
El punto límite de la tolerancia; ese momento donde no aguantamos
más esa diferencia y concretamos una acción directa, nos deja a grandes
rasgos, dos caminos a seguir:
1) El rechazo y sus variables (represión, evasión, sumisión, ira, violencia, negación, etcétera.)
2)La aceptación, trayendo a nuestra vida discernimiento, comprensión, liberación, verdad, amor, etc.
En este último punto queda claro que dicha aceptación, no nos obliga a
pensar, sentir o creer en aquello que el otro sostiene.
Simplemente reconocemos esa manera de ver la vida, como una verdad más,
en el mundo diverso que todos compartimos.
Es obvio que en aquellas situaciones donde el “punto límite” se
encuentra por violencia o agresión hacia nuestra persona, no nos exige
aceptarlo sin que hagamos nada al respecto.
El entendimiento y comprensión de formas enfermas o distorsionadas de
ver la vida (ya sea al terrorista extremista, violador, asesino) no nos
pide que respondamos con la misma moneda. Nos habilita para
protegernos como individuos y/o grupo social de manera civilizada
para sanar, y nunca para vengarnos.
La venganza nos emparenta con aquél que hizo daño; nos despierta
las más bajas miserias que habitan en nuestro ser interno, y nos
convierte justamente en aquello que nos provocó tal rechazo.
Es entonces la tolerancia, un primer paso a recorrer en la sociedad
que habitamos, y que nos plantea en sus puntos límites la enorme
posibilidad de crecer, obtener discernimiento, y sanar nuestras miserias
internas en función de comprender la diferencia que nos distingue de
los demás, esta maravillosa capacidad que nos alimenta y enriquece como
individuos dispuestos a lograr, la tan ansiada trascendencia.
Revisemos entonces las reacciones hacia aquello que nos empuja al punto límite, reflexionando.
Llegaremos así a comprender a esa verdad que no compartimos del
otro, como una más de las tantas verdades que conforman el abanico
multicultural, enfocando entonces la mirada en nuestros propios pasos, y
aligerando el verdadero y exclusivo camino de evolución personal, en
una sana convivencia social.
Enlace:
http://www.diariouno.com.ar/afondo/Cuando-la-tolerancia-esta-al-limite-20130708-0034.html
No hay comentarios.:
Publicar un comentario