San Martín, 29 de Abril de 2013
Diario UNO Mendoza
Fue en Nueva California. La Dirección de Recursos Naturales, con el auxilio de la policía, arribó al lugar justo cuando los animales, cuya cacería está prohibida, estaban aliñados, listos para hornear.
Adobados con ajo y chimichurri, los piches (más conocidos como
quirquinchos o mulitas entre los citadinos) lucían tiesos y patas
arriba en una bandeja listos para cocinar. Con el horno ya caldeado, el
asador preparaba el almuerzo para varios amigos; una de esas comilonas
regadas con buen vino que tardan años en olvidarse y que de hecho
ninguno de los invitados olvidará, luego de toparse con la realidad de
que comerse las mulitas significaría policías, detención, dedos pintados
e imputación.
La mañana soleada y el inusual veranito de abril completaban el
cuadro de una jornada incomparable en Nueva California, plena zona rural
al noroeste del departamento de San Martín, donde los paladares se
disponían a saborear uno de los exquisitos platos de la fauna local.
Todo estaba en marcha en la casa de Jorge Modesto Caballero y también
en la Dirección de Recursos Naturales, donde un inspector con dos
policías armados se dirigían hasta el lugar del almuerzo sin haber sido
invitados.
Con orden de allanamiento en mano llegaron por su propia cuenta, y no
precisamente a comer, advertidos por un dato de que en esa casa los
quirquinchos, cuya cacería está prohibida todo el año, iban a parar al
asador.
Arribaron a lo de don Jorge Modesto y al ingresar allí los encontraron: 11 quirquinchos, bien aliñados y listos para hornear.
In fraganti, con las manos en la masa, sorprendido en plena tarea,
quebrando la Ley Nacional de Fauna 22421, que prevé penas de prisión de
dos meses a dos años, el dueño de casa se dio cuenta de que estaba en
problemas.
Hombre del lugar y tomero de Irrigación, esperaba a una decena de invitados, todos empleados y ex trabajadores de la DGI.
Pero el almuerzo ya estaba arruinado porque los quirquinchos no
llegarían al horno, sino que serían secuestrados por las autoridades. No
sólo el almuerzo, sino el día entero también, ya que Caballero
terminaría en la comisaría por quebrar la Ley de Fauna y por tener en su
poder un rifle calibre 22 con mira telescópica sin acreditar papeles.
En la misma mesa en que yacían los quirquinchos, el inspector y los
policías se sentaron a labrar el acta del procedimiento, mientras el
tomero trataba de digerir la idea de que no tendría oportunidad de
digerir los animalitos.
La malísima noticia también sorprendió a los comensales que fueron
llegando al convite puntualmente a las 13: no podían creer lo que estaba
pasando y, por supuesto, estallaron de furia al saber que no tendrían
ocasión de engullir los quirquinchitos.
Prohibidos y riesgosos
Como pasa con casi todos los animales de la fauna mendocina, la caza del quirquincho está prohibida todo el año.
“Los motivos de estas disposiciones son porque la fauna puede estar
en peligro de extinción o porque no está relevado el número de
ejemplares en la zona”, explicó a UNO Jennifer Ibarra, titular de la
Fundación Cullunche.
Sólo el jabalí y un tipo de liebre se pueden cazar todo el año sin
infringir la ley y, a veces, durante la temporada abren una ventana para
cazar vizcachas.
Claro que cazar jabalíes no es como atrapar quirquinchos. A los
chanchos salvajes hay que perseguirlos con perros feroces, tener un arma
potente y una puntería temible, pues si uno no acierta el animal puede
devolver el ataque y ser letal para su atacante.
En cambio, para el quirquincho no hacen falta armas de fuego. Basta
llevar perros pequeños que encuentran sus cuevas, cavan para obligarlos a
salir y, una vez afuera, reciben la puñalada trapera del cazador, que
ya a esa altura está pensando los cruciales componentes del aliño que
utilizará.
Los riesgos para la salud
Jennifer Ibarra alertó que “consumir fauna silvestre implica
serios riesgos para la salud. Los quirquinchos son portadores de la
lepra, por ejemplo. Son animales carroñeros y se los ve en los
camposantos y cementerios, donde haciendo cuevas en la tierra llegan a
los cadáveres para alimentarse”.
“También pueden ser transmisores de tuberculosis, como ocurre con el
ganado, y de triquinosis, como pasa con los jabalíes. Por eso es
importante tener en cuenta lo de la sanidad, porque el animal silvestre
está expuesto a todas estas cosas permanentemente”, completó.
Enlace:
http://www.diariouno.com.ar/mendoza/Iban-a-comer-once-quirquinchos-cuando-llego-la-ley-y-se-los-impidio-20130428-0021.html
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