Sin orificio de salida: de quiénes son esas balas perdidas...

30 de Noviembre de 2012
Diario mdzol.com

Los hechos de inseguridad se disfrazan detrás de eventos familiares o situaciones aisladas.

Cada vez es más frecuente que se presenten en los hospitales y centros de salud, jóvenes presentando heridas de armas de fuego, por las que aducen motivos de balas perdidas que impactaron contra sus cuerpos, cuando se encontraban en otra actividad o simplemente caminaban hacia algún negocio.


Hoy, por ejemplo, un chico de 21 años ingresó en el hospital Central después que recibiera cuatro disparos en una situación no aclarada en Maipú.

En muchos de ellos llegan en autos particulares o son recogidos por personal médico del Servicio de Emergencia Coordinado, mientras se desangran sobre alguna calle o vereda. En la gran mayoría de los casos, las víctimas no acusan, no refieren culpables, sólo inventan alguna excusa ante el policía que cumple su turno junto a la guardia del hospital.

Dicho así, pareciera que la bala no vino de ningún lado, que simplemente pasaban por el lugar equivocado en el momento equivocado, una simple y poco feliz casualidad.

Referentes de las fuerzas policiales niegan la existencia de bandas delictivas y por lo tanto de enfrentamientos en medio de las calle. Prefieren en cambio, hablar de hechos aislados, conflictos personales, fiestas familiares que se salen de control, venganzas que trascienden el ámbito de lo privado, reacciones motivadas por el consumos de sustancias (alcohol u otras drogas), pero que no se relacionan con grupos organizados.

Así lo refirió el jefe de la Distrital Capital – Godoy Cruz de la Policía de Mendoza, Daniel Massola, quien asegura que los últimos hechos de los que han tenido conocimiento en los llamados barrios del Oeste, se han ajustado a las características citadas, por lo que no se podría hablar de bajas en una guerra entre bandas ni nada que se le parezca.

Doble código

Hay dos códigos que no permiten conocer la realidad en su profundidad y que son respetados a rajatabla. El primero es el que mantienen los heridos-víctimas, que prefieren guardar detrás de una historia trillada e inverosímil la identidad y el motivo de su agresor.

El otro código es el silencio de los números. La falta de estadísticas fiables y actualizadas empañan un mapa del delito que nunca trascendió de los avisos de campaña y que manejan con cerrojo las autoridades policiales.

Desde la Plataforma de Políticas Públicas de la UNCuyo, Juan Carlos Aguiló hace referencia a esta falta de estadísticas confiables que permitan al menos conocer lo que pasa en Mendoza en el ámbito de seguridad, para poder afrontar la realidad, discutirla y diseñar sistemas superadores.

Ajuste de cuentas

Es normal ver o escuchar en los medios de comunicación el término “ajuste de cuentas". Así, la fórmula: "a X lo asesinó W por un ajuste de cuentas", se utiliza para decir que "no hay inseguridad", ya que la víctima murió por un hecho privado, a cuenta de algo que no tiene relación con el exterior.

Pero cuando un joven llega con una herida en uno de sus brazos, en una rodilla, en el abdomen, en la espalda o en la cabeza, por un hecho que se refiere un ajuste de cuentas, ¿a qué cuentas se refiere?
En este punto Aguiló aporta su reflexión y sostiene que no se pueden excluir estos hechos ni aislarlos ya que, porque sucedan en zonas marginadas, no implica que se les deba quitar o restar valor frente a otros delitos ocurridos entre y/o hacia otros ciudadanos pertenecientes a clases medias o altas.

Sin orificio de salida

Mendoza, con índices de violencia propios de una provincia de poco menos de dos millones de habitantes, se merece un análisis profundo de su sistema de seguridad interna. A los múltiples institutos y divisiones creadas por el Estado para afrontar el delito, se hace necesario sumar el estudio y la reflexión de las universidades locales y otros centros de investigación. Es una observación en la que coindicen los que estudian el fenómeno.

Como conclusión, las balas encontradas seguirán abriendo heridas en una sociedad mendocina irreflexiva, absorta y reaccionaria.

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